Internet y el violento deseo de compartir

¿Qué pasó entre el año 2000 y el 2018 para que la percepción mayoritaria sobre internet se trasladara de ideas que prometían libertad, a las que señalan control social? En algún momento del proceso de expansión y asimilación de la nueva tecnología la confianza tecno-optimista en el progreso interconectado dio paso a la sensación de amenaza.

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De eso trata este artículo, que ensaya un acercamiento conectando tres miradas: la de las intenciones, es decir, de las fuerzas sociales y económicas que se propusieron modelar el nuevo medio; la de las palabras, es decir, de las ideologías y prácticas culturales que sustentan los nuevos modos de uso que necesariamente debían crearse; y la del tiempo, es decir, de las comparaciones y paralelismos. No son más que una serie de puntas desde donde conectar al hecho, fragmentos en una nota digital que hace imposible un tratamiento exhaustivo.

En la historia de los medios de comunicación modernos, la idea de interactividad estuvo siempre presente. El sueño de conectarse, fusionando el cine, la imagen electrónica que estaba en laboratorio y la radio en expansión, todo en un único sistema, puede rastrearse con fuerza ya en los años 20 del siglo pasado.

Ese violento deseo de compartir entre iguales se apoyó sobre revoluciones reales, e iba desde Walter Benjamin que lo esperaba para la radio, a Dziga Vertov que lo auguraba como un avance tecnológico para unir a los trabajadores de todo el mundo, pasando por científicos e inventores no tan politizados. Pero aunque no vieron esa fusión, sí vieron cómo las antenas y las pantallas se extendían no con fines culturales sino bélicos, y cómo las nuevas tecnologías se usaban como medio privilegiado de propaganda por el nazismo, el estalinismo y el pujante Estados Unidos.

Esa ambición de compartir recorrió la segunda posguerra por la negativa, en las agudas críticas a la industria cultural, la unidireccionalidad de la televisión, la radio y la prensa, que daba al pueblo solo el lugar del reality show degradante, el llamado telefónico opinador o las cartas de lectores filtradas, mientras mantenía para los empresarios de los medios y los Estados el poder de decisión sobre la información masiva y la circulación de opiniones.

Por eso cuando en 1991 Tim Berners-Lee logró vincular la tecnología de hipertexto a la internet, con la creación de la World Wide Web, se dio la posibilidad de que el dispositivo saliera de los estrechos círculos científicos, académicos y militares para los que había sido prevista allá por 1969. Y abrió el camino para una enorme explosión de energía comunicacional incontrolada con profundas consecuencias culturales, cuyo epicentro puede ubicarse cercano al año 2000.

La intención de las palabras

La investigadora sobre medios José van Dijck, en su libro La cultura de la conectividad, hace una propuesta potente al analizar el origen de las principales redes sociales: Facebook, Twitter, YouTube, Wikipedia y la malograda Flickr. Sugiere que uno de los principales cambios culturales del impacto de internet debe buscarse en la mutación social de la idea de ‘compartir’. Quiere decir que en algún punto a mitad de la década pasada se logró quebrar el umbral de resistencia a compartir todos los aspectos de la vida privada de forma pública.

Más aún, esto no se refiere solo al hecho cultural de ‘mostrarse’ en las redes, en lo que otros autores como J. Hoberman [1] (con una mirada desde el cine), considera una especie de Cine total al estilo del deseo de Bazin, o un equivalente en vivo infinito de las películas familiares en súper 8 de la década del 70. Sino que se refiere a la más inquietante idea de aceptar que tus datos, gustos de todo tipo, secretos, relaciones familiares, de amistad, amorosas, sexuales, comerciales, de seguridad, fotos, audios, ubicación en tiempo real (mientras lee este artículo) sean almacenados, filtrados y utilizados por megaempresas de tecnología que intentarán monetizarlos.

‘Compartir’ debería entenderse entonces de esas dos maneras. Los propietarios de Facebook, por ejemplo, tienen todos los motivos para que los usuarios se manejen dentro de ese medio con total apertura, porque cuanto más sepan acerca de ellos, más información podrán ‘compartir’… pero con terceros.

El planteo es interesante, porque ubica el problema en lo que ocurre de manera imperceptible por transformaciones graduales en los hábitos y la modificación de los niveles de aceptación. Lo cual no era normal en los inicios de la red; de hecho, la plataforma de Mark Zuckerberg que había surgido en 2005, ya en 2007 se vio obligada a ir atrás en un sistema de uso comercial demasiado explícito: Beacon, que se aplicaba por default y que literalmente mostraba a ‘tus amigos’ qué habías comprado. El malestar se hizo sentir de inmediato porque dejaba en evidencia que los intereses comerciales de la compañía se ponían por encima de ellos. Facebook retrocedió, pero para readaptar su estrategia en una decisión clave: “en vez de conformarse con la norma dominante, comenzó a trabajar para cambiar la norma, y reemplazar el sentido estrecho de ‘compartir’ por uno más amplio”. A favor del cual debería actuar también el tiempo, con el paso a nuevas generaciones “nativas digitales”.

Según van Dijck, el mismo método de análisis se podría ajustar a las demás plataformas con sus palabras y estrategias: ‘seguir’ en Twitter o ‘buscar/googlear’ en Google/ Alphabet. Pero no conforme con eso, quizás habría que repensar en el mismo sentido las palabras más usuales: ‘hacer amigos’, ‘colaborar’, ‘me gusta’, en una redefinición de las acepciones que debería culminar incluso en un replanteo de lo que significa hoy ‘social’. Pero mientras afirma esto en 2012, dice que hay que considerarlo un planteo provisional, ya que la lucha por definir la socialidad de la red y por atribuir nuevas normas y sentidos a este espacio había surgido tan solo en 2001, aunque en una década todo parecía estar de cabeza.

La intención de las acciones

Se podría decir que las intenciones de las palabras no son las únicas en juego cuando surge una nueva tecnología. En 1973 Raymond Williams [2] escribía sobre la lógica de este tipo de procesos planteando que, lejos de todo determinismo, su descubrimiento podía ser azaroso. Pero señalaba al mismo tiempo que todas las tecnologías siempre fueron desarrolladas y mejoradas para facilitar prácticas humanas conocidas o deseadas. La intención original siempre corresponde con la ambición de un grupo social particular. No obstante, en muchos estadíos sucesivos otros grupos sociales, a veces con otras intenciones o al menos con diferentes escalas de prioridades, la pueden adoptar y desarrollar a menudo con propósitos y efectos diferentes. Surgiendo, en muchos casos, usos y efectos imprevistos, incontrolados, alteraciones de la intención original. De esta manera la forma cultural desarrollada nunca podía estar del todo prevista y sería resultado de fuerzas sociales en pugna.

¿Cuáles fueron los primeros efectos incontrolados con la aparición de la nueva tecnología interactiva? Si volvemos a principios del siglo XXI se pueden detectar dos claves: uno ligado al potencial del dispositivo, que derivó en el surgimiento de un sentido común de masas que atacó sin piedad la idea de propiedad intelectual, defendiendo el derecho de compartir todo sin regulaciones ni leyes, con énfasis en la libertad de expresión. Otro que surge del azar de la época, ya que coincide con el agotamiento de la confianza en el “triunfo capitalista” tras la caída del muro de Berlín en 1989: ya para el año 2000 se había comenzado a señalar y atacar las consecuencias del neoliberalismo, lo que hace surgir nuevas intenciones de uso en quienes salen a la protesta.

Ambos imprevistos explican una buena parte del pasmo original en el cual se vieron envueltas las grandes empresas de medios de comunicaciones (cine, radio y televisión) y los Estados, y el espacio en el cual se desarrollaron experiencias que dieron surgimiento a nuevos sectores capitalistas que nacieron innovando en el nuevo contexto, como también a procesos internacionales de protesta impensados sin el nuevo medio. Procesos que marcaron la fluidez de la red durante su primera época.

Viaje por la línea de tiempo

En el libro de Esteban Magnani Tensión en la red, libertad y control en la era digital (2012), el autor pone énfasis en la importancia del software libre (SL) como “un sueño eterno” de los desarrolladores. Señala cómo desde los tempranos años 60 existe en la informática dos tendencias, las colectivas y las cerradas, unas asociadas a ideas de “lo público” y otras a “comerciales/privadas”. En realidad, para ser más precisos, señala que solo el desarrollo colectivo, colaborativo y compartido de distintos códigos bases que fueron mutando de manera viral, a prueba y error, a la solución/adaptación, ramificándose con aportes de miles de programadores, fue lo que permitió en última instancia el surgimiento de la actual internet y todos sus derivados. Los sistemas cerrados, que buscan experiencias controladas, se nutrieron de estos desarrollos colectivos, apropiándose del trabajo ajeno para ‘patentarlos’ al estilo de Cargill con el ADN de las semillas: sin ningún derecho.

Este planteo es interesante porque señala el punto de contacto en la explosión de internet entre trabajadores con saberes técnicos específicos sobre el nuevo medio y trabajadores de toda índole, llamados ‘usuarios’ en general que se apropiaron de la red con un irrefrenable deseo de compartir. Es por eso que la disputa sobre ‘derechos de autor’ fue (y aún es en alguna medida) uno de los territorios digitales en disputa. Aunque las empresas avanzaron de manera enorme, en un proceso que excede los límites de este artículo contar, la posibilidad de copiar, clonar y distribuir una obra musical o audiovisual sin costo fue la gran crisis de principios de siglo para la Industria Cultural tradicional. El hecho fue que los viejos monopolios que ensayaban esencialmente estrategias punitivas solo lograron dos consecuencias: no frenar todo tipo de sistemas y estrategias populares de ‘compartir’ (sistemas e2k, descargas directas y todo tipo de variantes); y descuidar su capacidad de entender las nuevas tendencias dejando el espacio suficiente para el surgimiento de las grandes plataformas actuales con las cuales debieron ‘negociar’.

Para seguir el hilo de la historia, sirve traer como metáforas tres tapas de la revista Time. En el año 2006 la revista eligió a ‘Usted’ como personaje del año, celebrando la supuesta capacidad de cambiar el mundo de que gozaban los usuarios conectados a internet. Pero en 2010 elegía a Mark Zuckerberg como personaje del año, quien arrebataba así el podio a los usuarios pero prometiendo que haría del mundo “un lugar más abierto y transparente”, dialogando con el espíritu utópico que los movilizaba.

La tercera tapa que nos interesa vendría en 2011: como una muestra de la volatilidad de los tiempos, Time eligió como personaje del año a ‘The protester’ en honor a los jóvenes que habían salido a la lucha en la llamada Primavera árabe, ganándose el respeto de todo el mundo al tirar abajo regímenes como el de Mubarak en Egipto, y donde todos señalaban el uso de las plataformas Twitter y Facebook como catalizadores y hasta ordenadores del descontento social.

Las intenciones de uso en la protesta fueron el otro gran problema del nuevo medio, no resuelto aún. Sus primeros pasos se pueden rastrear hasta el año 1999, donde miles de personas convocadas por sindicatos, organizaciones de izquierda, ecologistas, profesionales, anarquistas y demás, se movilizaron en las calles de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) hasta hacer fracasar la llamada Ronda del Milenio. Fue el inicio de lo que se llamó luego el movimiento antiglobalización o altermundista. El hecho es sintomático por su ubicación temporal, por azar objetivo confluyendo en el vértice de la explosión de la red, al que más tarde se sumaría otro hecho: el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York (2001) y la consecuente invasión, guerra y ocupación de Irak en 2003.

Las manifestaciones contra la guerra de Irak convocaron a millones en todo el mundo. Fueron las primeras manifestaciones convocadas por internet y SMS, y se mostró la efectividad de los nuevos medios, ya que la protesta mundial se comenzó a organizar solo un mes antes de su realización.

Pueden sumarse la revuelta de Grecia en 2008, 2010 y 2011; la nombrada Primavera árabe de Túnez a Egipto de 2010 a 2013; los “indignados” en España y Occupy Wall Street en EE. UU., ambos en 2011, todos procesos donde el uso de la red tuvo el objetivo de compartir la protesta.

A estos procesos los acompañaron planteos como los del sociólogo y economista Manuel Castells, uno de los más impactados por las utopías de la Sociedad Red, afirmando que en un mundo presa de la crisis económica, el cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza había ocurrido lo impensable.

Esta adopción de un instrumento técnico como principal referencia para interpretar un fenómeno social es el principal rasgo y defecto del determinismo tecnológico. Ninguna herramienta puede ser motor de cambio por sí misma; trabaja sobre un escenario de tensiones sociales reales y a lo sumo puede catalizar procesos de una manera distinta a los equivalentes conocidos, con más velocidad y otras escalas, pero no determinarlos. Desde nuestro 2018 muchos de estos planteos parecen muy lejanos en el tiempo, y hacen resaltar el hecho de que hoy la red se percibe más como una telaraña.

Conexiones finales

Natalia Zuazo publicó en 2018 un libro que es una muestra tanto del espíritu de época como de la situación. Los dueños de internet, cómo nos dominan los gigantes de la tecnología y qué hacer para cambiarlo. Señala un hecho:

Solo en cinco años, desde 2012 hasta 2017, las veinte empresas con mayor capitalización del mercado del mundo duplicaron su presencia de compañías tecnológicas y se concentraron en la cima. En 2012, Apple, Microsoft, IBM y Google ocupaban –respectivamente– los puestos 1, 4, 7 y 14 de la lista. En 2017, Apple, Google/Alphabet, Microsoft, Amazon y Facebook, trepaban a los puestos 1 y 5, una debajo de la otra, con un dominio absoluto de la cima.

De la utopía al monopolio, desarrolla su mirada de cómo el “Club de los Cinco” llegó a dominar el mundo. Al igual que otros autores concentra su atención en el Big Data o la minería de datos, que pasó de ser un subproducto de las plataformas a ser el principal objetivo de extracción para compartir con objetivos opacos, donde solo el uso comercial es claro, pero también sus intentos de manipulación política. Como el escándalo desatado con Facebook y la campaña de Donald Trump.

Algunos elementos de acercamiento metodológico de cómo se llegó a estas consecuencias fueron esbozados a lo largo de este breve artículo. El proceso de asentamiento de los nuevos gigantes combinó hacia los usuarios un diálogo con sus expectativas, expresados en el uso de palabras y conceptos de la jerga comunalista que supo caracterizar a las primeras visiones utópicas de la red como un espacio que de manera inherente favorecía la actividad social. Mientras los sentidos reales de estas palabras se vieron gradualmente modificados por las tecnologías automatizadas que direccionan la socialidad humana: el algoritmo (PageRank en Google, EdgeRank en Facebook). Este proceso combinó una constante prueba y error que aún no termina.

Con la minería de datos, que fue señalado por The economist, en mayo de 2017 como “el recurso más valioso del mundo”, que establece nuevas reglas de competencia, los nacientes gigantes tecnológicos fueron negociando con los representantes de los medios tradicionales a lo largo de los años. Logrando así alianzas comerciales lucrativas para ambos, aunque a costa de ir reconvirtiendo la red a la lógica particular pero concentrada, y con el creciente rasgo unidireccional de los viejos medios, ya que bajo el dominio de los algoritmos no existe ninguna verdadera democracia en la difusión de la información salvo que medie el dinero o los grandes acuerdos comerciales. Y aunque no medie, el algoritmo tiene el objetivo de concentrar a los usuarios en “burbujas de eco” que permiten familiarizarse y conocer mejor sus gustos.

La derrota de la Primavera árabe (con dictaduras sangrientas) fue otro determinante al menos para colaborar en el desplazamiento de las redes hacia usos de control. Mientras que fenómenos políticos como Obama primero, Podemos, Corbyn o Trump después, independientemente del signo político, demuestran el uso de internet pero ya desde las lógicas industriales instrumentales para llegar al votante.

A niveles institucionales lleva incluso a discutir reformas que tomen en cuenta “el hecho irreversible” de compartir los datos discutiendo opciones como “bancos de datos nacionales”…

Esta parece ser la fotografía oscura de la situación actual. ¿Pero entonces el futuro es negro? Quien escribe opina que no. El uso de la tecnología es básicamente un efecto de otras causas; ni las instituciones que las regulan, ni los usos y prácticas culturales que la sustentan son determinadas de manera aislada. Toda reactivación de la lucha de clases, todo proceso de rebelión o revolución trastocara inevitablemente el uso de las redes. Movimientos de movilización internacional como el de las mujeres muestra la vitalidad actual de las conexiones que también se potencian por la red. La izquierda puede usar la red para difundir masivamente sus ideas, con relaciones y apuestas internacionales, como la revista y el diario digitales donde sale esta nota. Lo que ha cambiado es que la lucha anticapitalista ahora enfrenta el asentamiento de nuevos enemigos para lograr imponer ese violento deseo de compartir.

NOTAS AL PIE
[1El cine después del cine o ¿qué fue del cine del siglo XXI?, Bs. As., Paidós, 2012.
[2Televisión tecnología y forma cultural, Bs. As., Paidós, 2011.

La “sorpresa” Del Caño: ¿marketing de izquierda o agitación revolucionaria del PTS?

¿Qué nivel de incidencia tuvo nuestra publicidad política para definir el voto por la renovación en el FIT, planteada por una organización «anticapitalista», «antisistema», «trotskista», de «la izquierda dura» como nos define (con toda razón) la prensa nacional? ¿Qué relación se estableció entre forma y contenido en esta publicidad para lograr ese objetivo sin bajar nuestro programa?

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Las preguntas obviamente no son casuales, el FIT volvió a demostrar que está «para dar un salto» tal cual planteamos en los spot de campaña: obtuvo en todo el país un 40% más de votos en relación a las PASO del 2011. Y «la sorpresa» fue que en su propia interna la figura emergente de la renovación, Nicolás del Caño del PTS, le ganó la candidatura a presidente al histórico y conocido Jorge Altamira del PO. En el análisis de este resultado por parte de periodistas, analistas, o en comentarios online, se destaca favorablemente la campaña comunicacional que realizamos, que abarcó no solo spots de TV sino también un despliegue ofensivo en las redes sociales (algo lógico en cualquier campaña seria del siglo XXI).

Las respuestas importan no solo al PTS sino ahora al conjunto del Frente de Izquierda, y aunque este artículo trate sobre las elecciones internas del FIT, aborda un aspecto clave de la estrategia que en la izquierda llamamos «agitación y propaganda leninista», mientras los partidos tradicionales se concentran en hacer «marketing». Quienes escribimos esta nota fuimos parte del amplio equipo de creativos de campaña de la Lista1A, como antes lo fuimos de las campañas del FIT desde 2011, balancear lo que hicimos sirve también para pensar las tareas de cara a las elecciones de octubre que debemos encarar unidos todas las fuerzas del Frente.

No es sorpresa lo que se construye

El mismo domingo 9 de Agosto, día de las PASO, el diario La Nación caracterizaba que el despliegue de la Lista 1 había sido «frenético»para instalar la idea de «renovación» destacando además como central: las «eternas recorridas por los medios y encuentros con trabajadores de distintas comisiones gremiales«. Ante esto, el viejo órgano gorila olfateaba algo en la selva política y vaticinaba: «Del Caño, el desafío es dar la sorpresa».

Es que la posibilidad de ganar ya estaba planteada, simbólicamente un día antes de la elección, el 8 de Agosto, un «video motivacional» realizado por un joven militante del PTS de Necochea, apareció en internet levantando en pocas horas 100.000 visitas. Reunía en él decenas de intervenciones y peleas de Del Caño y preparaba al “equipo” para el partido con el mejor estilo de las grandes ligas de futbol.

Durante la semana previa a la votación todos los diarios nacionales y provinciales importantes reflejaron la noticia de que un juego en red del FIT candidatosbuitre.com hacía «furor en las redes sociales» con decenas de miles de usuarios, donde «Nico y Myriam» invitaban a combatir a Scioli, Massa y Macri con un lenguaje duro: «podés empezar por el que más bronca te dé» y donde Scioli se denunciaba como «el principal candidato del ajuste» («Sutil» ironizó La Nación, mientras otro medio señalaba que al parecer «renovación no es sutileza»).

Dos semanas antes del 9 de Agosto en el programa radial de Nelson Castro ya habían distinguido los spot de Del Caño porque se «daba a conocer» vía youtube con su historia y propuestas, en el marco de una chatura general, lo cual para esa fecha estaba haciéndose también porTV.

Sucedió que desde el momento en que el PO se negó de manera sectaria a conformar una lista unitaria del FIT que contuviera a Altamira y del Caño, desde el PTS lanzamos una campaña por redes sociales que fue la base (en forma y contenido) de la que luego ocupó los espacios gratuitos de TV. Esta contuvo desde spot de ficción que fueron levantados por programas como «intratables» denunciando a «los hijos políticos de Menem», hasta pegadizos jingles, cumbias, rock,coplas, memes, videos virales, un videojuego, nuevos diseños y logopara stickers, volanteos y afichadas (que hasta incluyeron afiches basados en pinturas de los candidatos), que sirvieron para realizar grandes actos y caminatas.

Esto fue el producto de una orientación para ganar: «que cada militante, cada zona, cada regional arme su propia micro campaña» lo que desató una enorme fuerza militante descentralizada y creativa que constituyó la fuerza social sobre la que se basó el triunfo de la renovación en la izquierda. La expresión más avanzada de esto fue la incorporación de más de 1800 candidatos obreros en la conformación de las listas, con mayoría de mujeres luchadoras en todo el país, realidad que al mismo tiempo fue convertida en un «símbolo» para la agitación política.

Estos ejemplos «por arriba» que se reflejaban en los medios masivos y las redes sociales, expresaban lo que cada militante de la Lista 1 sintió en el apoyo recibido en las calles, los lugares de trabajo, de estudio y en los barrios.

Con la izquierda que se planta

¿Cuál fue el contenido político que entusiasmó a militantes y simpatizantes logrando apoyo masivo? En primer lugar señalar claramente al enemigo: la idea de que Scioli, Massa o Macri no son más que «los hijos políticos de Menem», «los candidatos del ajuste», esa consigna fue lanzada por las redes y continuada durante toda la campaña en videos que hoy tienen más de dos millones de visitas, y que incluyó hasta una parodia del famoso spot «Vamos menem».

Pero forma y contenido deben ir unidos, por eso nuestros spots no solo produjeron piezas ficcionales sino fundamentalmente documentales, montaje de archivo de lo que hicieron nuestros compañeros en dos años como diputados nacionales o provinciales ¿no estaba planteado partir de un mínimo respeto a los votantes del FIT? rendir cuentas ¿mostrar que votar diputados de izquierda sirve para luchar en las calles y en el parlamento?

Con esta convicción el spot de TV que la Lista 1 envió a todo el paíspara ocupar la mayor franja de difusión gratuita, se propuso mostrar el valor del «parlamentarismo revolucionario» del Frente de Izquierda. En él expusimos cómo el diputado Del Caño defendió en las calles y en el parlamento las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud, mostrando en imágenes el enfrentamiento en la Panamericana a las fuerzas de la Gendarmería y acusando directamente al gobierno K, personificado en la figura de Capitanich de ser «gerente de las grandes empresas» en vez de «defender los derechos de los trabajadores». Fue la consigna «por diputados que se planten».

Ligado a esto volvimos a agitar la “escandalosa” consigna «que todos los funcionarios políticos cobren como cualquier trabajador», unida a informarle al pueblo que al menos los diputados del PTS en el FIT «ya lo hacen, donando el resto a los que luchan». Nos planteamos agitar desde la izquierda trotskista consignas que abren un dialogo progresivo con cientos de miles de trabajadores que rechazan las formas políticas de la democracia burguesa.

El objetivo con ella es ayudar a «crear hegemonía» desde la izquierda planteando consignas que apuntan a acelerar la experiencia con la democracia burguesa y contribuyen a la pelea por un nuevo estado de los trabajadores. Quizás seamos muy ortodoxos, porque este planteo viene de Lenin y Marx, que lo tomaron de la Comuna de Paris (Lenin consideraba que la consigna que «los funcionarios cobren lo mismo que un trabajador» apuntaba a mostrar que son los trabajadores lo que pueden gobernar).

El tercer spot mas difundido en los espacios gratuitos de TV fue contra la precarización laboral, denunciando que con Scioli, Massa o Macrilas cosas no van a cambiar y por eso hay que votar por un FIT renovado «para pelear por tus reclamos». Fue el reconocido «Daniel, no te banco» que además se propuso correctamente ayudar a quitarle votos al propio kirchnerismo. Ese objetivo ambicioso ya se había planteado diciendo que «todo aquel que se considerara progresista no puede ser cómplice del nuevo engaño» con Scioli y por eso debía apostar a «una izquierda fuerte».

Como se ha hecho desde la época de Lenin hasta acá, los revolucionarios convertimos hechos reales en símbolos, y esos símbolos en agitación política. Como nuestras listas llevaron el 65 % de mujeres luchadoras en todo el país, mientras en CABA directamente «invertimos el cupo» y fue el 70% de compañeras, este hecho fue destacado en la agitación. El movimiento de mujeres se plantó con más fuerza desde la marcha «Ni una menos», y el FIT puede y debe estar a la cabeza de la pelea contra la violencia machista, objetivo que solo puede lograrse luchando contra el capitalismo.

De conjunto la campaña de la renovación cumplió objetivos a la altura del crecimiento del FIT y por eso avanzó: se plantó contra Scioli, Massa y Macri, le habló a millones con consignas democráticas, parándose desde la clase trabajadora para intentar disputarle el voto en crisis hasta al partido de gobierno, e informando todo el tiempo a los votantes que había una interna en el FIT que debía debatir.

¿Qué izquierda necesitamos para enfrentar el ajuste que se viene? Fue otro de los grandes ejes políticos de nuestra campaña que sintetizamos en la idea de “Renovar y Fortalecer el Frente”. Y pese a que desde la otra lista intentaron tergiversarla acotándola a la juventud de Nicolás del Caño, la renovación siempre fue un planteo político: la necesidad de que nuevas generaciones de trabajadores ingresen a la vida política con la izquierda, de fortalecer el Frente para luchar por los reclamos de los trabajadores. Esto es lo que votaron quienes se decidieron por la renovación.

Renovar para superar la izquierda testimonial

Frente a la nuestra, la campaña del PO fue completamente testimonial y conservadora. En esto hay que conceder que «forma y contenido» estuvieron cerca. Fue una línea consecuente con haberse negado a una formula unitaria con el único diputado del Frente de Izquierda que no sólo le puso el cuerpo a la Gendarmería en la Panamericana (junto a Christian Castillo) sino que en Mendoza hizo la elección ejecutiva más alta de la historia nacional para la izquierda. Una campaña consecuente con que Jorge Altamira hablara de una inexistente parálisis del FIT, que venía haciendo excelentes elecciones provinciales. Y que por lo tanto lanzó su fórmula con Juan Carlos Giordano de Izquierda Socialista un mes antes del cierre de los plazos legales, cuando ningún candidato de los que se presentó a elecciones aún había definido su vice. En ese momento el PO proponía increíblemente que Del Caño se vuelva a presentar como diputado por Mendoza, negándole toda opción en una formula nacional.

Pero este rechazo a Del Caño expresaba en realidad la actitud conservadora de no querer incorporar a las nuevas generaciones trabajadores jóvenes y mujeres. Por eso desde la Lista 2, aunque plantean aspectos correctos del programa, se niegan a señalar la fuerza social que debe aplicarlo.

Su principal spot fue un reciclaje de uno del año 2013, pero de mucha menor calidad. Esta pieza de contenido se plantaba correctamente contra el ajuste y por reivindicaciones de la clase obrera, pero subordinado a la línea conservadora de «afianzar» el FIT. De ahí en más, progresivamente, y en contra de la supuesta «unidad» que llevaban por nombre, toda la campaña se fue reduciendo a resaltar la figura de Jorge Altamira llegando a proponer en una campaña «a las masas» el magro objetivo testimonial de estar «a la altura del debate».

Juan Carlos Giordano, candidato a vice, integrante de Izquierda Socialista, fue borrado totalmente en el ritual mediático de levantar al «candidato que mide». Dejaron la creatividad librada al grupo «Plaza Miserere» cuya técnica es impecable, pero donde el contenido “freaky” obturó todo mensaje revolucionario de masas, mientras que el único spot que llevaron de ellos a TV planteaba, casi literalmente, que la papeleta del voto frenaría el ajuste. Una campaña conservadora, para el objetivo de sostener una figura y crecer sumando pequeños grupos políticos, esto es lo que fue visto por cientos de miles de votantes del FIT.

Con el FIT unido hacia octubre

Ninguna campaña de la izquierda revolucionaria puede ser solo «mediática», el acceso a los grandes medios nos es constantemente negado y estamos lejos de los recursos de los grandes partidos burgueses, pero ademas eso es contrario al marxismo que hace agitación política con su propia practica. La fuerza de nuestra renovada influencia política es la militancia amplia, la cual hace posible una política ofensiva en redes sociales, porque son solamente un canal para las redes de construcción reales.

En la elección de la Lista1 se expresó la influencia del PTS en la reorganización de la vanguardia obrera (que es innegable hasta para la prensa burguesa) y está ahora planteado que sea aún más. El crecimiento en la juventud es otro factor clave, es lo que ya se venía mostrando en Mendoza, pero ahora se vé en otros lugares del país. El surgimiento de nuevos dirigentes y nueva militancia en Jujuy, Santa Fe,Córdoba, y ni hablar Neuquen, CABA, o la Zona Norte del GBA. Desde esos puntos de apoyo, el apoyo logrado en provincias donde tenemos menor estructuración es un merito que nos permite crecer ahí también a partir de ahora.

Hacia las elecciones de octubre está planteado una enorme campaña militante de todo el FIT que saque conclusiones de las PASO y con entusiasmo ponga en marcha toda la fuerza del Frente de Izquierda para dar una batalla a la altura del desafió. Crecer en fuerza social, en movilización y en votos, para plantarse en las elecciones generales de octubre contra los hijos políticos de Menem y el ataque a los trabajadores que preparan los candidatos del ajuste.

Dolores Con / Javier Gabino

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Todo es poco para hablar de Gaza

El pequeño video que acompaña esta nota tiene una enorme fuerza. Es un corto de difusión del Festival de Cine y Derechos Humanos Karama-Gaza (Red Carpet): la alfombra roja. Se llevó a cabo entre el 12 y 14 de Mayo. La apertura del primer día de actividad se realizó junto a los escombros de las casas destruídas en el barrio Sheja’eya (Al Tawiq), en el este de Gaza.

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El evento es parte de un acto conjunto celebrado junto al Festival Karama – Cine de Derechos Humanos, que se realizó en Ammán al mismo tiempo. Según sus organizadores la celebración del festival en la Franja, que vive en estado de sitio y destrucción permanente, intenta mostrar la otra cara cultural y humana de Gaza. Volver a línea automática
Con esto buscan crear un estado de comunicación con el mundo a través de la ventana del cine. Si ese es el objetivo, este pequeño video de dos minutos logra llamar la atención y establecer un vínculo solidario con el pueblo palestino, nos recuerda que es necesario que lo renovemos día a día, aunque no estén cayendo ahora las bombas israelíes.

El año pasado en la apertura de la muestra DOCA (Documentalistas Argentinos) se presentó la película de Mahdi Fleifell “A world not ours”, cuya traducción literal es incómoda: un mundo que no es el nuestro. Estuvo ahí el embajador de Palestina que antes dijo unas palabras. Al finalizar la proyección todos los presentes (muchos realizadores audiovisuales) nos fuimos con sensaciones contradictorias, se suscitó un debate al interior de los organizadores, e incluso lo seguimos pasado los meses: es que el film era muy duro y sin salida.

El documental mostraba la destrucción de las expectativas de vida de las distintas generaciones de palestinos. Un joven que pudo salir de la Franja y vivir en Europa, siempre vuelve a ver a su familia, amigos, y los filma, en principio como diversión y luego para armar una película. El paso del tiempo muestra como se truncan todos los deseos bajo la dictadura del Estado de Israel, los bombardeos, la miseria impuesta, llegando incluso a la desmoralización.

¿Estaba bien proyectar eso o contribuía a los intereses de los genocidas del Estado de Israel? Lo cierto es que al menos a muchos de nosotros nos provocó más odio contra el opresor. Bajo el título de “un mundo que no es el nuestro”, nos mostraba uno que sí lo es, pero que no sentimos en directo sobre nuestros cuerpos.

De otras muchas películas palestinas recuerdo «Cinco cámaras rotas». Emad, un palestino del pueblo de Bil’in, compra su primera cámara de video para filmar a su hijo. Pero mientras lo filma crecer también captura las imágenes de la resistencia popular contra la construcción del muro israelí en las tierras de cultivo. Una a una, sus cámaras son destruidas por golpes y balas. ¿Fue Emad en ese documental quien tiene filmados los planos donde se aplica la orden de «romper huesos», perpetrada sistemáticamente por los soldados ocupantes sobre los jóvenes palestinos?

¿Estarán con vida aún los (en ese momento) niños protagonistas del documental «Promesas» del 2001, o habrán caído asesinados? Entiendo que el tiempo es diferente en Palestina, quince años es un siglo en Gaza.

«Tienen que morir y sus casas deben ser demolidas. Ellos son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto también se aplica a las madres de los terroristas fallecidos», escribió en su página de Facebook la entonces diputada del partido ultranacionalista Hogar Judío, nuevo socio del primer ministroBenjamín Netanyahu, del partido Likud, y hoy ministra de Justicia de Israel. Ayelet Shaked es su nombre y tiene 39 años hermosos años.

En el pequeño corto que acompaña esta nota una alfombra roja contrasta visiblemente con el entorno en ruinas. Convierte la puesta en escena del festival en una instalación de denuncia, también expresa que aún sobre las ruinas de la cárcel a cielo abierto el pueblo de Palestina tiene el derecho moral a caminar sobre la alfombra roja, el símbolo de los grandes festivales de Cine e incluso identificada con las limusinas y los divos de la gran industria cultural capitalista. Establece una disputa sobre quién tiene más derecho. Con el estilo de la publicidad el video nos recuerda que en nuestra época la mera comunicación (otrora considerada lejana a «las artes») se convierte también en determinados casos en vehículo de expresión sensible, utilizando el soporte de las nuevas tecnologías móviles de registro y edición, con el ojo despierto de los realizadores.

Si en las disputas teóricas del cine soviético de los primeros años del Siglo XX,Eisenstein le dijo a Vertov «no es un Cine-Ojo lo que necesitamos, sino un Cine-Puño» el vuelo de este dron sobre las ruinas fusiona ambos deseos: el ojo documental que debía registrar la vida misma, con el montaje por colisión donde la base es el conflicto y el ataque al espectador. Pero aquí la colisión fundamental no se produce con otro plano en el mismo video, sino con nosotros, con ese fuera de campo que constituyen nuestras vidas, lejos de las penurias del pueblo palestino.

Si alguien cree desmedido darle tanta entidad a un video de un festival, debería saber que todo es poco para hablar de Gaza.

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La imagen que construye el PTS

Al finalizar el acto del PTS en el estadio cubierto de Argentinos Juniors, la mayoría de los asistentes comentaban el impacto que les provocó toda la «puesta en escena», el enorme despliegue audiovisual, de luces y sonido desde el escenario, y la organización general. En definitiva se asistió a un evento, donde los oradores pudieron hablar en un marco creativo, pensado para agitar a miles las ideas revolucionarias. Los trabajadores, las mujeres combativas y la juventud se merecían un acto así.

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Este despliegue estuvo a cargo de los equipos audiovisuales detvpts.tv y zonaindustrial.tv, del grupo de fotografía «enfoque rojo«, y del equipo de organización del PTS a cargo de la tarea de generar una estructura para recibir a miles de personas. Al que se sumaron decenas de militantes, profesionales en distintas áreas, como la iluminación y el sonido, la transmisión en vivo por internet, la difusión en redes sociales. Desde varias semanas previas se preparó todo como parte del contenido del acto.

Mientras se fueron sacando vía redes los spot de convocatoria al Acto, con la voz de militantes de todo el país, e incluso spot de ficción y humor político para difusión, se prepararon los videos que se proyectarían el 6 de diciembre. Ya que uno de los principales dispositivos fue una pantalla de LED de 10 x 5 mts.

Cada orador estuvo presentado por un spot que daba un marco a su intervención, lo contextualizaba y apoyaba, a la vez que durante su discurso la pantalla se convertía en un fondo con video, animaciones y logos seleccionados especialmente. Alternado con la transmisión que se estaba realizando en vivo por internet para centenares de personas.

Muchas veces se señala que en la política actual la imagen es clave, es el fundamento del uso que hacen de ella los partidos de los empresarios, priorizando la TV, y jugando en sus actos con todo tipo de efectos de espectáculo. Pero mientras los partidos de la burguesía usan el despliegue audiovisual y escénico para la «venta» de candidatos al estilo publicitario, los asistentes al acto del PTS pudieron ver las imágenes que ellos mismos están generando en todo el país. Imágenes no inventadas por una empresa de publicidad, sino construidas por un partido dinámico, y captadas por equipos militantes que hacen del audiovisual y la fotografía una herramienta de lucha.

Las imágenes de todos los asistentes al acto levantando las fotografías con los rostros de los 43 estudiantes desaparecidos en México, mientras se desplegaba una bandera gigante de solidaridad, son parte de esa militancia. Mientras La internacional se pudo entonar con unvideo especial, que convirtió la pantalla en un karaoke gigante para que la letra del himno de los trabajadores se cante, y también se pueda difundir por redes.

El acto del 6 de diciembre perdura en las fotos, en los videos, y reafirma el contenido de los discursos. Para contar que es hoy el PTS la corriente más dinámica de la izquierda argentina.

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Marx ha vuelto, se reúne con Trotsky, y los trabajadores se organizan

Ya está en internet un nuevo capítulo, doble (27 min.), de la miniserie de ficción “Marx ha vuelto” al que titulamos “Comunismo, el encuentro con Trotsky” y puede verse >>aquí<<.

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En la nueva historia, Laura, militante de izquierda y trabajadora de una empresa gráfica de Buenos Aires, se enfrenta a quienes consideran sus ideas comunistas como “algo del pasado”. Mientras tanto, en el siglo XIX, Karl Marx investiga y escribe. Al parecer, para el filósofo alemán el tiempo es el bien más preciado del hombre, algo de lo que Laura está convencida y de lo que se da cuenta en su vida cotidiana. Una noche de trabajo, Marx recibe la visita inesperada de un personaje que no conoce y que inicialmente le molesta mucho. Resulta que es nada menos que Trotsky, quien viajó en el tiempo buscándolo y quiere contarle qué pasó con las ideas marxistas en el siglo XX. Quizás las conclusiones que saquen, entre cerveza y cigarros, sirvan para Laura y para todos nosotros.

Ese es más o menos el argumento un poco loco del nuevo capítulo, en donde los planos temporales se confunden, para sumergirnos en preocupaciones profundas de la izquierda marxista. ¿Cómo abordar el comunismo después de las dictaduras estalinistas? ¿cuáles son las ideas esenciales del comunismo de Marx? ¿Cómo hacerlas confluir nuevamente con los trabajadores? No encontramos otra manera de enfrentar esas preguntas sino era con la confluencia de dos pesos pesados de la historia como Marx y Trotsky, lo que a decir verdad nos llevó no pocos dolores de cabeza para el guión.

Si en los cuatro capítulos anteriores de “Marx ha vuelto”, la letra del Manifiesto Comunista le daba sustento a la lucha de los trabajadores de esta empresa grafica, que debían enfrentar directamente suspensiones y despidos. Ahora el ritmo lo marca el reloj repetitivo de su vida cotidiana en el mercado capitalista. Ese tiempo robado que convierte a los trabajadores en simples engranajes descartables de las maquinas, y es la otra cara del tiempo veloz y forzado de los medios masivos, y la novedad comercial. En el cine, al igual que en la guerra o la política, el tiempo no es lineal, y el espacio no es geográfico, así es que nos tomamos de esa premisa para el montaje de esta confluencia.

En Argentina “Marx ha vuelto” es también un documento de nuestro tiempo, el cine de ficción y el documental se desarrollan sobre la misma matriz. Luego de la salida en mayo de la miniserie, los trabajadores de la autopartista Lear, ubicada en la zona norte del gran Buenos Aires, salieron a una lucha muy dura contra despidos masivos y el ataque a sus delegados. Enfrentando a una patronal norteamericana, a la burocracia sindical y el estado que les envió la represión directa con la gendarmería. En una metáfora más directa aún con el guión de la miniserie, los trabajadores de la empresa grafica Donnelley de capitales norteamericanos, fueron atacados con suspensiones, despidos y el cierre de la planta. Enfrentaron a la patronal, el gobierno y las maniobras del sindicato. Superando cualquier ficción, a través de su organización sindical de base que les llevó años construir, ocuparon la planta y la pusieron a producir bajo control obrero. Lo que una década antes habían hecho los trabajadores de Zanon en la provincia de Neuquen.

Ambas luchas se desarrollan bajo la consigna “familias en la calle nunca más”. Y muchos de los trabajadores de Lear y Donnelley, así como trabajadores en todo el país, fueron parte del “público” de la miniserie y de los cursos que el IPS (Instituto del Pensamiento Socialista) impulsa sobre el Manifiesto Comunista. Para esos cursos fue producida “Marx ha vuelto” y sigue siéndolo.

El problema del tiempo, que cruza todo el capítulo, ese bien que es tan escaso para todos nosotros, excepto para una minoría que vive del trabajo ajeno, también es un bien apreciado si lo que se busca es hacer confluir ideas y realidad. Lenin escribió hace un siglo que ”es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.” De alguna manera es el tiempo el que nos apura también al colectivo que produce y realiza “Marx ha vuelto”. Queremos aportar en algo a lograr poner en pie nuevamente el “movimiento social” más importante de los dos siglos que nos precedieron, que fue el de la confluencia entre el marxismo y el movimiento obrero, apuntando especialmente a las nuevas generaciones. Artistas y trabajadores de la cultura fueron parte de esta confluencia. Y vemos que nuestro tiempo es propicio para eso. 

Al igual que en los cuatro capítulos de la miniserie que estrenamos en Mayo y que se volvieron virales en Argentina y Latinoamérica, conquistando cientos de miles de seguidores y repercusión en la prensa de distintos países. Karl Marx está representado por el reconocido actor Carlos Weber (Marx en el Soho), mientras que León Trotsky es interpretado por Omar Musa. El elenco se completa con actores del circuito independiente como Laura Espínola y Martín Scarfi, y todo un elenco de actores de reparto, extras y técnicos militantes. La vuelta de Marx, y ahora de Trotsky, sigue siendo el fruto de un trabajo de creación colectiva, que contó con la colaboración de Liliana Andrade para dirección de actores en la escena del encuentro.

El estreno online coincide con el mes de lanzamiento de La Izquierda Diario, nuevo medio que auspicia el capitulo doble de la miniserie. La producción estuvo a cargo del Instituto del Pensamiento Socialista (IPS) y la realización correspondió al grupo de cine  Contraimagen y a TVPTS“Marx ha vuelto” forma parte de una iniciativa del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en el Frente de Izquierda para difundir las ideas marxistas.

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Pueden verse fotos de rodaje en este link >>backstage<<

Al igual que los primeros cuatro capítulos, ya puede verse en el sitio de Contraimagen (VER), en vimeo (VER), y en youtube (VER) y sigue el camino de las redes sociales, los blogs y sitios que difunden.

“Marx ha vuelto”, esto recién comienza… [idZ]

Ya están online los cuatro capítulos iniciales de la miniserie de ficción Marx ha vuelto, basada en el Manifiesto Comunista. Estrenados todos los jueves de mayo con miles de seguidores, con la publicación del último capítulo de la serie no terminó, en realidadrecién comienza a emitirse “on demand” para todos los que quieran verla, compartirla y difundirla, esa es la lógica de internet.

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Los cuatro episodios pueden encontrarse en: www.contraimagen.org.ar y estamos agrupando ahí también todo lo que genera su lanzamiento: tweets, opiniones, notas en TV, radio, prensa, blogs y comentarios. La centralización en ese sitio es una ayuda al navegante, aunque sabemos que la clave en la viralización lograda por Marx ha vuelto es justamente la descentralización de su difusión, adoptada por miles de internautas individuales y colectivos, en especial vía redes sociales como Facebook y Twitter.

Con los capítulos en Youtube, Vimeo y distintos sitios de descarga, como también por medio de telefonía móvil, los visitantes acceden desde diversos puntos geográficos, con gran caudal de entradas en Latinoamérica. Particularmente en México, Chile y Perú se generó mucho intercambio, además de Argentina. En el Estado Español se inició la difusión, mientras que con el subtitulado al inglés, francés y alemán, aspiramos llegar a otros países. A su vez, con la repercusión en TV, radio y prensa escrita de Argentina, se multiplican las vistas. La propuesta del Instituto del Pensamiento Socialista y el PTS en el Frente de Izquierda, de popularizar ideas marxistas por medios audiovisuales y redes, está cumpliendo una muy buena primer etapa.

Marx ha vuelto recién comienza, también porque ya está en rodaje un nuevo capítulo de la miniserie. La idea surgió rápidamente ante el entusiasmo generado por la iniciativa, y también por una reflexión propia del colectivo político que lo impulsa. Los cuatro episodios actuales abordan la aguda crítica a la sociedad capitalista que sigue vigente desde la letra del Manifiesto Comunista, la perspectiva de la revolución social y el poder de los trabajadores que de ella se desprende. Pero lo que vemos necesario es intentar abordar de lleno «el Comunismo» por el que luchamos. Es decir, pasar de los “por qué” y los “cómo”, que enmarca esta primera entrega, a encarar el desafío de los “para qué”. ¿Qué es el Comunismo? ¿Se trata simplemente de una idea, o es, como decían Marx y Engels un movimiento real cuyas bases se desarrollan “ante nuestros ojos”? Ese será el desafío del nuevo (o nuevos) episodios. Desde lo narrativo está planteado un encuentro ficcional entre dos grandes: Marx y Trotsky, más allá del tiempo y el espacio.

Entre los mensajes en las redes algunos señalaron que para ellos Marx ha vuelto resultaba un “producto difícil de clasificar”, en tanto sería expresión también de los cambios en la formas de comunicación política, más aún encarados por la izquierda revolucionaria. Un diario tituló “Mensaje político y puentes del arte con la web”[1]. Lo cierto es que la realización de un material audiovisual de estas características llevó y lleva a todo el colectivo de TVPTS y Contraimagen a reflexionar, entre otras cosas, sobre experiencias de la historia que se propusieron desafíos similares. 

Las reflexiones de Gleyzer, Sanjines y Einsestein 

El problema de las relaciones entre forma y contenido para lograr comunicar ideas revolucionarias es parte de una problemática que recorre todas las experiencias de colectivos culturales y audiovisuales que se lo propusieron a lo largo de la historia. Encarar el problema de la distribución de ese contenido audiovisual está directamente relacionado. No puede ser de otra manera en vistas de la evidencia de que el lenguaje audiovisual dominante, las formas y los gustos, son en gran medida moldeados por la industria cultural; al igual que los canales de distribución permanecen en manos privadas y concentradas. Durante los años ’70, en Europa estas reflexiones fueron centrales, en Latinoamérica se encararon con una enorme impronta antiimperialista y tercermundista moldeada por el guevarismo. Procesos revolucionarios como en Chile, Bolivia y Argentina, y la revolución cubana ponían al orden del día la discusión como problema práctico. Encarar con profundidad estos temas excede el límite de este artículo, pero traer fragmentos de ellos al presente tiene un valor enorme para pensar nuestros propios desafíos.

En los años ‘70, Raymundo Gleyzer, militante del PRT, cineasta miembro del grupo Cine de la Base reflexionaba acerca de los distintos géneros y formatos posibles de utilizar para llevar las ideas de su organización política y el clasismo al movimiento obrero en Argentina. Este proyecto culminó en la película Los traidores que siempre es punto de referencia para los colectivos militantes. Como parte del plan de Los traidores, el grupo se propuso realizar una fotonovela del mismo nombre, un género popular en ese momento, encarando el problema desde una perspectiva instrumental. Gleyzer cuenta que la idea era que constara de “50 fotos que sintetizan las distintas partes del film, con textos ad-hoc y todo (…) pensamos venderlo –por medio de los militantes de la corriente clasista– y a un precio insignificante. ¿Por qué hacemos esto? (…) la fotonovela, pensamos que lo que hasta hoy ha sido instrumento de dominación de la burguesía puede ser utilizado por el pueblo para liberarse. Basta hacer un recorrido por los barrios populares para observar la eficacia de un instrumento así. ¿Cuántas mujeres vemos en sus casas leyendo fotonovelas ¿Cuántos obreros las leen camino al trabajo? Pues bien que lean Los traidores, que como cuesta barato y es una historia amena y bien contada, se transforma en un modo para hacer entrar en la vida cotidiana la ideología en juego”[2].

Desde otro ángulo, el cineasta Jorge Sanjinés y el grupo Ukamau de Bolivia, intentaron su “teoría y práctica de un Cine junto al pueblo”[3]. Sus reflexiones toman un camino distinto, insistente en plantear que la forma y el contenido deberían ir perfectamente relacionadas. En cuanto a “la comunicación”, explícitamente plantean que “la forma adecuada al contenido revolucionario que debe difundirse, no puede concentrarse en los modelos formales que sirven a la comunicación de otros contenidos”, atacando especialmente todo el lenguaje de la publicidad e intentando en todo momento traer “la reflexión” en “el espectador”. Pero una de las aristas más interesantes de sus ideas son las que tratan las relaciones entre formas creativas y eficacia en la transmisión de las ideas. Para Sanjines: “el cine revolucionario» debería «buscar la belleza no como objetivo sino como medio”. Lo que implicaría una “relación dialéctica entre belleza y propósitos, que para producir la obra eficaz debe darse correctamente. Si esa interrelación está ausente tendríamos, por ejemplo, el panfleto, que bien puede ser perfecto en su proclama pero que es esquemático y grosero en su forma”. Lo cual traería una terrible consecuencia pues, “La carencia de una forma creativa coherente reduce su eficacia, aniquila la dinámica ideológica del contenido y sólo nos enseña los contornos y la superficialidad sin entregarnos ninguna esencia”. En otras palabras, sin formas creativas no hay comunicación, ni transmisión de ideas a nivel de masas, las cuales solo pueden ser llevadas por el audiovisual en su propia lengua: “por vías de la expresión sensible”.

En el texto donde Sanjinés aborda estos temas hace un recorrido por el cine revolucionario, remontándose incluso a la Revolución Rusa y Einsenstein, el cineasta soviético que tuvo una práctica y teoría muy profunda del medio audiovisual al que dejó su impronta. Aunque no es lo que señala de él, Einsenstein había encarado un ángulo parecido desde una perspectiva artística. En relación a transmitir una idea, atacó inicialmente el encadenamiento fluido en un film, como si fueran “ladrillos arreglados en serie para exponer una idea”. A lo que confrontaba su punto de vista sobre el montaje como“un choque de dos factores dados” del cual “surge un concepto”. Más adelante, diría que toda película estaba basada en una unidad dual (dialéctica), entre un factor altamente consciente y otro profundamente sensible, que debían crear una constante “tensión”, y las cuales no pueden separarse sin que todo se malogre. Por lo cual “un sesgo hacia el lado temático-lógico la hace seca, lógica, didáctica. Pero una sobreacentuación en el lado de las formas de pensamiento sensible sin tomar lo suficientemente en cuenta la tendencia temático-lógica, es igualmente fatal…”[4].

Es muy interesante traer estas reflexiones, acordemos o no con ellas, porque sirven como disparadores para plantear un debate que consideramos hoy necesario, si de lo que se trata es de aportar ahora desde la acción cultural a construir un partido revolucionario.

En un artículo de Ideas de Izquierda 1 nos acercábamos a las nuevas prácticas de la realización audiovisual en el norte de África y Europa tras la “Primavera Árabe” y la crisis capitalista[5]. En él, tras un recorrido por las nuevas experiencias, planteábamos que ante la mezcolanza de productos y canales de difusión había que hablar genéricamente de “audiovisual” como el lenguaje hegemónico en la actual cultura de masas. Lo que incluso debe llevar a repensar las formas tradicionales e institucionalizadas del cine. A su vez, afirmábamos que “el ámbito de ‘la comunicación’ con las nuevas posibilidades tecnológicas se expandió para convertirse por esa razón en un vehículo de expresión sensible”, que apunta a descubrir otros caminos. En Contraimagen TVPTS tenemos un seguimiento de esas experiencias ligadas a la lucha de clases, las cuales tuvimos en cuenta para pensar la realización de Marx ha vuelto. El objetivo de los materiales fue inicialmente didáctico, para ser utilizado como disparador en cursos sobre el Manifiesto Comunista para trabajadores y jóvenes. Pero la didáctica fue encarada a partir del cruce de tres líneas en el guión: una historia actual de trabajadores; una línea del personaje de Karl Marx; una línea de montaje de archivo histórico y actual. La primera línea buscar generar empatía con personajes de la actualidad, trabajadores jóvenes que sufren el ataque del capital en situaciones cotidianas; la aparición de Marx como sueño o imaginación en cuya voz se plantean fragmentos del Manifiesto, permitirían “explicar” de alguna manera estas situaciones. Mientras que la tercera línea con montaje de archivo, retazos de películas y videos bajados de la red, viene en ayuda para intentar acortar la distancia entre la realidad actual sin revolución y la letra del Manifiesto como proclama revolucionaria. La propuesta de “miniserie”, tras su utilización inicial en los cursos, busca confluir con la explosión de este género popular en la actualidad. El resultado final es una miniserie web con un tratamiento formal que explora el lenguaje de internet, por la multiplicidad de recursos, y un montaje veloz con elipsis marcadas, sin necesidad de “contar todo”, con una duración de 13 minutos cada uno para que la historia se complete por la interactividad de los internautas.

A la difusión que está en marcha  partir de que miles de personas la tomen en sus manos, la miren, compartan y difundan por redes sociales (Argentina va a la cabeza del uso de Facebook por ejemplo), se suma la difusión por celulares. Vía Whatsapp se envían los capítulos y los spot de publicidad de la miniserie, en una práctica difícil de cuantificar. “Dos compañeros de mi sector me decían que está muy bien hecho. Otro se lo puso a ver piloteando la máquina…Cuando estábamos por terminar el turno ya eran cuatro mirándolo por el celular”. “Los muchachos están como locos, quieren más…Están esperando la tercera parte y dicen que refleja mucho la realidad que vivimos”. Estos y muchos más comentarios, se empiezan a escuchar por distintos lugares de trabajo. Esto evidencia que logramos cierta comunicación, y que lejos de la lógica unidireccional, las tecnologías interactivas permiten una nueva práctica de la cual echar mano. Aunque no está de más señalar que estamos muy lejos de abrazar una “distribución alternativa” por convicción, al contrario nos vemos obligados a ella por el régimen de propiedad privada imperante que niega a los trabajadores, la izquierda e incluso a cualquier progresista consecuente el acceso a “la masividad” de los grandes medios de comunicación.

Si nunca se fue… 

Muchos comentarios en las redes señalaron sobre el nombre de la serie, que “Marx nunca se fue…”. Como se señaló ya muchas veces, Marx es el único pensador al que se le decreta la muerte, algo que no se hace con ningún otro, mostrando así por contraposición la vitalidad de sus ideas. Pero venimos de décadas donde el retroceso en la lucha de clases y el avance “neoliberal” había impuesto un triunfalismo capitalista respecto a su dominación, triunfalismo que entró en crisis con la crisis del propio sistema capitalista. Por eso Marx vuelve y esto recién comienza, porque las ideas marxistas pueden volverse fuerza material en la clase trabajadora, los sectores populares y todos los movimientos de los oprimidos. Esa apuesta no es solo teórica sino práctica. El peso conquistado por la izquierda trotskista en Argentina, y el lugar destacado del PTS en el movimiento obrero en particular, nos empujan a seguir pensando y renovando las posibilidades de una producción audiovisual que aporte lo suyo en la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad.

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*Violeta Bruck y Javier Gabino. El artículo fue publicado en la revista argentina «Ideas de izquierda» (http://ideasdeizquierda.org/)

(1) Diario Tiempo Argentino,  28/05/14. Entrevista a Carlos Weber: “Es bueno que Marx esté entre nosotros”. “Una miniserie de Internet producida por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Mensaje político y puentes del arte con la Web”.

(2) Raymundo Gleyzer, documentos/testimonios (Cinelibros). «Presentación y autocritica en forma de diálogo con Tomás Gutiérrez Alea» apartado 3 «Métodos de trabajo (Los traidores)». Según nos cuenta Juana Sapire, miembro del colectivo, el proyecto de la fotonovela quedó trunco pero se había iniciado.

(3) Las citas son del libro «Jorge Sanjinés y grupo Ukamau, teoría y práctica de un cine junto al pueblo» (Siglo XXI). Apartado «Elementos para una teoría y práctica del Cine revolucionario».

(4) Sergei Einsestein «La forma del Cine» (Siglo XXI). Apartado «La forma fílmica, nuevos problemas».

(5) «Primer corte en la línea de tiempo» realización audiovisual en la crisis capitalista (Revista Ideas de izquierda N° 1)

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Artículo publicado en:

“Marx ha vuelto” por las redes sociales y las redes reales

El pasado 1 de mayo tuvo lugar el lanzamiento de «Marx ha vuelto», una miniserie de ficción en cuatro capítulos, basada en el Manifiesto Comunista de la cual participamos. Puede verse en este link el Capitulo 1 «Burgueses y proletarios»: http://youtu.be/eckwjxa0-w4 y acá el capitulo 2 «El mercado y las crisis capitalistas»: http://youtu.be/0VDOkgYpLWI (y cada nuevo capítulo se estrenará todos los jueves de Mayo).

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Entre el amplio grupo de trabajo implicado en esta realización, elegimos el día emblemático de la lucha de los trabajadores a nivel mundial para el lanzamiento, una gran fecha para hablar de Karl Marx. Tras la publicación online, el video saltó a distintos sitios de la izquierda, blogs político-culturales y especialmente miles de usuarios de Facebook (que crecen hora a hora) y comparten el video. El primer capítulo suma miles de seguidores por las redes sociales. Con subtítulos en inglés y francés (y próximamente en otros idiomas), los comentarios y felicitaciones llegan desde distintos lugares del mundo. Aunque sea una historia con «mucho de Argentina», Marx la hace automáticamente internacional, no podía ser de otra manera.

En el guión, “Marx ha vuelto está ambientada en la Argentina actual, que al igual que otros países sufre los embates de la crisis económica, allí los trabajadores de una fábrica gráfica (que en el país tienen una larga historia de lucha y organización) sufren suspensiones y despidos; un grupo de ellos se organiza para luchar mientras son dejados de lado por la burocracia sindical. Al mismo tiempo, Martín, protagonista de esta historia, se encuentra leyendo el Manifiesto Comunista (se lo pasa una militante), y termina por encontrarse con Karl Marx, sin quedar en claro si eso es sueño o realidad. A lo largo de los cuatro capítulos, en los cuales se van sumando personajes y giros, Karl Marx irrumpe en la historia con sus ideas revolucionarias sobre las clases sociales, las crisis capitalistas, el Estado y el Comunismo.

Esa es la trama que está en curso, con un tratamiento formal que explora el lenguaje de las redes sociales, montaje veloz y multiplicidad de recursos, elipsis marcadas y sin necesidad de «contar todo», con una duración de 13 min. cada uno, la historia se completa por la interactividad de los internautas. El reconocido actor Carlos Weber, interpreta a Karl Marx en esta miniserie. Carlos Weber, junto con Liliana Andrade, vienen trabajando durante años el personaje de Marx, para la versión argentina de la gran obra de Teatro Marx en el Soho del historiador Howard Zinn. Junto a él, trabajó un grupo de jóvenes actores de importante trayectoria en el teatro independiente nacional. Por una evocación documental, sus nombres reales coinciden con los personajes de ficción; y los extras son militantes, simpatizantes y activistas de izquierda dispuestos a participar de la construcción de las tomas. La propuesta de «miniserie» busca confluir con la explosión de este género en la actualidad. La utilización de las redes, con una realización muy cuidada, busca romper el elitismo del Cine de pantalla al que no accede toda la población, por costos y por tiempos de trabajo que impiden el goce de la cultura para la amplia mayoría.

Es muy interesante destacar que esta avanzada de Marx por redes virtuales, es continuidad de una avanzada por redes reales de trabajadores que estudian en Argentina el Manifiesto Comunista. La producción estuvo a cargo del IPS (Instituto del Pensamiento Socialista) y la realización por el grupo de cine Contraimagen y el canal de TV online TVPTS. Y forma parte de una iniciativa del PTS (Partido de Trabajadores Socialistas) en el Frente de Izquierda, para difundir las ideas marxistas en todo el país. Parte del financiamiento proviene del aporte económico de la banca del diputado Christian Castillo, cuya dieta va para un fondo puesto al servicio de apoyar luchas obreras y populares e iniciativas sociales y culturales. Los cuatro capítulos antes de su estreno online, cumplieron una primera etapa, como un material especialmente utilizado en los cursos sobre el Manifiesto Comunista que impulsó el IPS entre febrero y Marzo de este año en Argentina. Centenares de trabajadores y trabajadoras de todas las edades, jóvenes estudiantes, docentes, obreros de fábricas de la zona norte, sur y oeste del gran Buenos Aires, de Rosario, Córdoba, La Plata, Neuquén, Mendoza, Santa Fe, Jujuy, que por primera vez se acercan a la militancia en la izquierda, pudieron participar de una nueva propuesta de formación ideológica que incorpora la ficción audiovisual como parte de sus contenidos. El montaje final de los capítulos aprendió de estos cursos y los ajustes finales surgieron de esta experiencia colectiva que aún continúa. Esas redes reales de trabajadores están llenas de una nueva militancia clasista y de sindicalismo de base en Argentina, que los tuvo como protagonistas en huelgas y piquetes durante el Paro Nacional del 10 de Abril.

Desde el nacimiento del Cine, siempre se exploraron distintas propuestas para llevar las ideas de Marx a la pantalla, cuestión que esta revalorizándose en los últimos años con la aparición de libros, historietas, videos. El propio Lenin lo impulsó hace un siglo cuando planteó su famosa idea: “de todas las artes, el cine es para nosotros la más importante”. Veía en el nuevo arte el poder de hacer sentir las ideas, criticar e invitar a transformar el mundo; la antítesis de la brutalidad estalinista que momificó sus ideas. La explosión del lenguaje audiovisual como el medio hegemónico de comunicación, y las nuevas tecnologías interactivas, nos pone a aquellos realizadores que somos militantes frente al desafío de innovar en lo que podamos, si de lo que se trata es de criticar nuestro mundo y agitar las ideas revolucionarias. Mientras trabajamos, recordamos el sueño inconcluso de Einseinstein de realizar la película sobre «El capital»; la crítica a la alienación del trabajo en la genial «Tiempos Modernos» de Charles Chaplin; la explicación de la plusvalía a través de animaciones en «Me matan si no trabajo y si trabajo me matan», de Raymundo Gleyzer; los intentos de filmar El capital de Marx, hasta lograr concretar dos cortos sobre el mismo, de Harun Farocki; las «Noticias de la Antigüedad ideológica», de Alexander Kluge sobre Marx-Einseinstein y El capital, como también una gran cantidad de películas biográficas y documentales actuales como «Marx reloaded». No podía ser de otra manera. El lenguaje audiovisual se está mezclando continuamente, a lo largo de la historia se nutrió de los más importantes sucesos de la lucha de clases y las revoluciones. «Marx ha vuelto» apuesta a que en el lenguaje de nuestros tiempos, y en medio de una crisis económica internacional contra la que se levantan trabajadores y jóvenes; el montaje de imágenes, sonidos, personajes y recursos varios, expanda por la red las ideas revolucionarias del marxismo. Esta es una práctica actual del Cine militante.

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Artículo publicado en:

Plan para cazar el espiritu que habita en internet

Queremos iniciar una serie de artículos intentando abordar un tema sobre el que hay varios terabytes escritos: las relaciones entre “nuevas tecnologías” (internet), su impacto cultural, y la lucha de clases o “los movimientos sociales” en el siglo XXI. Desde hace tiempo venimos tomando el tema, también buscando entender la movilidad del lenguaje de las imágenes en el siglo XXI y los cambios en la realizaciónEl debate no es menor por varias razones, buenas y malas.

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En primer lugar, si tomamos en serio los lugares comunes que cruzan muchas de las teorías de moda que se difunden en libros, revistas y suplementos, las nuevas tecnologías de la información y comunicación tendrían un impacto tal que deberían llevar a repensar los esquemas de organización y lucha social del siglo XXI. Si esto es verdad, es del mayor interés para los movimientos revolucionarios que quieren terminar con el capitalismo, o sea: es de interés para el trotskismo;  y si no es verdad, habría que prefigurar en que escalón de la ideología se encuentra esta idea que impregna el momento. Por otra parte, tratándose en gran medida de un «sentido común» que está asociado a procesos de movilización popular y no solo a teorías académicas, no es correcto obviar su recurrencia o influencia, con más razón si se considera que de conjunto constituyen concepciones erradas (lo que tiene que ser demostrado).

Tras décadas de retroceso de la izquierda y el movimiento obrero, con la crisis del capitalismo, lo que está planteado es la posibilidad de la recomposición de la subjetividad revolucionaria y potencialmente del marxismo como teoría y guía de acción practica para cambiar el mundo. Pero aunque las ideologías no son posesiones fijas sino procesos sociales, no será la posible irrupción de la clase obrera con sus métodos la que limpie la escena intelectual, sobre todo la escena intelectual de la propia clase obrera. En un proceso continuo las ideologías se superponen, compiten, chocan, se hunden o se refuerzan unas a otras, y en la actual situación «la mezcla» y «la hibridez» parece que será el tono dominante aún si se avanzara a procesos de revolución abierta y «clásica». En uno de los planteos sobre las ideologías que hace Marx, las señala como las «formas en que los hombres se hacen conscientes del conflicto que los rodea [entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción] y luchan por resolverlo«. No importa en este sentido si esta «forma consciente» que se adquiere en la lucha es «científica» o «falsa», será una guía para la acción practica de los movilizados. Es así que seguramente mutaciones de estas ideologías actuales, que aunque parten de internet y la comunicación no hablan solo de internet y la comunicación, tendrán su lugar e influencia en los procesos sociales futuros, y por lo tanto hay que debatirlas.

Por otra parte existe una «base material» evidente para la recurrencia de las ideas que dan preponderancia a las nuevas tecnologías en la lucha de clases: es que justamente surgió una nueva tecnología de comunicación de masas particular, que como fenómeno social origina cambios en la percepción y en las relaciones humanas en el sentido más amplio y capitalista del término (abarcando desde las relaciones personales, al comercio, la guerra y potencialmente al arte, lo que no es poco…). Para ilustrar la idea sirve recordar por ejemplo cómo Umberto Eco trataba los debates ante el surgimiento y extensión de la TV en su libro «Apocalípticos e integrados». Discutiendo contra aquellos que le negaban implicancias profundas en la percepción, y que subiendo varios escalones le negaban incluso relevancia en el plano estético por ser «solo un medio de comunicación», responde que «es grave, en efecto, no darse cuenta de que, si bien la TV constituye un puro fenómeno sociológico, hasta el presente incapaz de dar vida a creaciones artísticas verdaderas y propias, aparece sin embargo, como fenómeno sociológico precisamente, capaz de instituir gustos y tendencias, de crear necesidades, esquemas de reacción y modalidades de apreciación, aptos para resultar, a breve plazo, determinantes para los fines de la evolución cultural, incluso en el campo estético.»  Si acá estamos hablando de la percepción en un sentido tan elevado que podría cambiar la idea de lo que es bello, imaginemos las implicancias «de ahí para abajo». La profundidad de esto por el surgimiento de internet es parte del debate, pero trazar este paralelo sirve para demostrar lo difícil que es percibir el cambio en medio del cambio, y encontrar qué puede haber de bueno o malo en todo esto sin aferrarse a lo viejo conocido y tradicional. El aspecto del cambio cultural más general, que puede implicar transformaciones del lenguaje, en especial del lenguaje audiovisual, es otro de los aspectos que nos interesan, por necesidad y por practica militante.

Una razón más para encarar esta serie de notas es que ya hace rato pasa que hablando del tema con nuestros propios compañeros de militancia, nadie tiene acuerdo con nadie, y a veces se termina oscilando demasiado entre los prejuicios o el desdén esquemático, a la aceptación parcial de teorías celebratorias superficiales en cuanto a «las nuevas tecnologías».

Si el debate ya es complejo, hay que señalar dos problemas adicionales para encarar un plan de operaciones que permita cazar el espíritu que habita en los cables. El primero es que no existe una teoría hegemónica en este área, sino un conjunto de planteos diversos que igualmente parecen tener puntos comunes. Incluso más allá de este debate particular, en la ideología de «los movimientos sociales» actuales no hay un intelectual como Tony Negri que sea referente obligado, como fue a principios de siglo. Todo lo cual provee al fantasma de innumerables sitios para ocultarse. En segundo lugar, desde el punto de vista geográfico el hábitat ideológico es diferente. Al parecer en Europa y EEUU, donde la «lucha de clases» es de más baja intensidad, las ilusiones sobre revoluciones virtuales y la fascinación por las redes y su influencia es superior; mientras que en el norte de África y Oriente, en especial en Egipto, el fantasma huye bajo las balas del régimen militar, porque los miles de muertos en las calles, la represión, la acción directa, no dan lugar al crecimiento de ilusiones virtuales. Y en América Latina por ahora el debate de las comunicaciones es otro, regido por las iniciativas de los Estados y gobiernos post-neoliberales, donde el paradigma por izquierda es «Telesur» y la pelea es a partir de «leyes de medios democráticas», detrás de las cuales se ocultan otras ilusiones que no son parte de esta discusión de manera directa; aunque ahí donde surgen procesos de lucha, como en Chile, Brasil o México, el fantasma del «poder de las redes» se corporiza.

Plan de trabajo:

Como es de esperarse, las intensiones de quienes pretenden investigar delimitan el esquema de trabajo y los interrogantes. Se pueden distinguir cuatro ejes de debate fundamentales, los cuales no coinciden en su totalidad con las preguntas habituales sobre el tema:

Tecnología y cultura ¿Cuál es el método?

Para poder responder a la pregunta ¿Cuál es el alcance del cambio cultural provocado por la aparición de una nueva tecnología como internet? hace falta intentar responder al mismo tiempo una pregunta más importante y difícil: ¿Cual es el método correcto para entender las relaciones entre cambios tecnológicos y cambios culturales? En última instancia es una reactualización de los debates sobre la cultura de masas, iniciados por la Escuela de Frankfurt, enfrentando lo que deben considerarse versiones del determinismo tecnológico[1], y tomando como base la dialéctica implacable que planteó Marx como método para comprender la dualidad de los fenómenos culturales bajo el capitalismo[2].

En un aspecto más puntual nosotros planteamos que Internet ocupa un lugar particular en la actualidad porque sus instituciones están aun en formación, lo que lleva a pujas entre grandes empresas y estados para su control y regimentación. Mientras reconocemos que la interactividad es un salto cualitativo respecto de los medios tradicionales, nos separamos de las ideologías celebratorias que plantean que es un medio democrático, horizontal y plural, puesto que es un medio en manos de nuevos gigantes de la comunicación y “la cultura” de la propiedad privada; pero sostenemos que dos «imprevistos» son fundamentales en este momento de institucionalización: el surgimiento de un sentido común de masas que ataca la idea de propiedad intelectual y defiende la libertad de expresión; y la crisis capitalista que hace surgir nuevas intensiones de uso de esta tecnología en quienes salen a la lucha[3].

Un debate sobre el poder

Uno de los debates más importante que trae el estudio de las relaciones entre nuevas tecnologías y lucha de clases es sobre «el poder». Todos los que escriben sobre esto de manera no superficial, se ven obligados a abordarlo de alguna manera. Ya sea formulando hasta donde la utilización de «nuevas tecnologías» podría crear «contrapoder», pasando por planteos sobre «el poder ciudadano», «redes de poder y contrapoder», «poder estatal», etc. llegando tangencialmente a debates sobre por qué no hay que luchar ya por «tomar el poder», el balance de la catástrofe estalinista y el «socialismo realmente existente». Formular que una tecnología tiene papel preponderante en los procesos sociales que logran tirar abajo regímenes políticos es parte de lo mismo.

Para una estrategia revolucionaria trotskista, esto lleva a introducir un debate sobre la constitución de organismos de «doble poder», la centralidad obrera, la hegemonía, la autoactividad de las masas, y el rol del partido. A su vez las posibilidades nuevas de comunicación e interconexión pueden ser instrumento que facilite la difusión de tácticas políticas audaces, para la construcción de una organización por la toma del poder[4].

Problemas de programa y táctica militar

Derivado directo del debate sobre «el problema del poder», se desenvuelve un desafío programático respecto de los nuevos medios de comunicación para la izquierda, que en mi opinión es mas abarcativo a los medios de comunicación de masas «tradicionales», y para la industria cultural de conjunto. ¿Qué política levantar frente a las regulaciones, nuevas legislaciones, intensiones de uso de una tecnología cuyas instituciones están en proceso de formación? y más importante aún ¿Qué estrategia y tácticas concretas implementar en un proceso de revolución abierta?. La búsqueda de una respuesta a esta segunda pregunta evidencia un problema táctico militar no desechable por nadie que considere seriamente terminar con el capitalismo y enfrentarse a todo lo que esto implica. Por un lado el esquema de militancia actual está demasiado imbricado con las redes de telefonía móvil e internet. Lo que lo hace de fácil seguimiento desde un punto de vista represivo y de espionaje, y demasiado dependiente a la hora de las comunicaciones.

Hay que tomar en cuenta que además de las leyes de regulación y control que se están implementando a nivel internacional, en aquellos lugares donde se desataron procesos revolucionarios como en Egipto entraron directamente en juego «tácticas político militares», sobre las comunicaciones, desde ambos bandos. El gobierno egipcio desató un apagón de cinco días sobre internet y la telefonía móvil en plena revolución que no pudo desarticular el proceso, entre otras cosas porque los sectores movilizados debieron echar mano sabiamente de una «vieja tecnología» para la necesaria coordinación: los radioaficionados. También sectores de la burguesía de EEUU se preguntan si no es necesario prepara un «botón rojo» para apagar la red en caso de crisis[5].

¿Un cambio en el lenguaje y en la percepción?

Nuevamente ¿Cuál es el alcance del cambio cultural provocado por la aparición de una nueva tecnología como internet? Existe un problema del lenguaje y la percepción que vuelve a aparecer con el auge de internet y el crecimiento exponencial de los flujos de información ¿Qué cambios implica? ¿Porqué es negativa la relación actual entre lenguaje de imágenes y la letra escrita? esta pregunta lleva a plantearse el problema de la progresiva caída del texto bajo la hegemonía de la imagen y el texto corto. ¿Qué implicancias tiene esto a nivel cultural? ¿Qué implicancias tiene para los que hablamos el lenguaje de las imágenes?[6]¿Y para la recomposición de la subjetividad revolucionaria de la clase obrera?

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Está claro que este plan delimita un espacio de trabajo demasiado abarcativo, y a su vez cada punto solo vale como un «título» incompleto. También hay temas en los cuales no vamos a meternos, pero el propio «plan» actúa ya como artículo de opinión en muchos aspectos. Además el planteo no es tratar estos interrogantes de manera abstracta y cronológica, sino como aspectos que se van cruzando frente a análisis concretos de situaciones o debates concretos, para lo cual un método será el comentario de libros y artículos. En breve esperamos subir un comentario al libro «Redes de comunicación y esperanza» de Manuel Castells, quien es un referente obligado respecto de este área. Por otra parte la idea es que ante la evidencia de que tal plan general es excesivo, quizás pueda sumar más gente a la caza del espíritu que parece habitar en las redes.

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CITAS:

(1) Claudio Katz establece un muy buen debate sobre el determinismo tecnológico con Manuel Castells a propósito de su trilogía «La era de la información». Vale una cita: «Esta adopción de un instrumento técnico como referencia de la interpretación social es el principal rasgo y defecto del determinismo tecnológico. Tradicionalmente el tecnologismo partía de algún artefacto específico (máquinas, ferrocariles, radios, automóviles, televisores, etc) y le atribuía un papel definitorio de la cultura, los comportamientos o la evolución de cada sociedad. La red es elemento actualizado de esta misma visión. En la trasposición simplemente se olvida que las redes conectan a operadores financieros o comunican a las empresas con sus proveedores, pero no definen nunca el tipo de relación que establecen los distintos grupos humanos. Los aparatos, instrumentos y mecanismos técnicos dependen de procesos sociales y no a la inversa, como creen los tecnologistas.» (C. Katz / El Enredo de las Redes. Un Análisis Crítico de M. Castells). // En el «Taller sobre medios audiovisuales» que hicimos en 2012 nosotros tomamos críticamente las tesis de Raymond Williams para abordar el tema, quien en su libro «Televisión, tecnología y forma cultural» se aleja del “determinismo tecnológico”, pero también se aleja de la idea de una tecnología completamente determinada, donde todo está controlado, por ejemplo por “sus dueños” o sus inventores que «la ponen a disposición de la sociedad» para determinado uso.

(2) En este sentido se puede señalar un punto de vista general que debe atravesar la mirada de la cultura bajo el capitalismo hasta nuestros días, la de la dialéctica implacable que Karl Marx sintetizó en 1856: «Por una parte, han surgido fuerzas industriales y científicas jamás sospechadas por época alguna de la historia humana anterior. Por la otra, hay algunos síntomas de declinación que superan ampliamente los horrores del Imperio Romano. En nuestra época, todo parece preñado con su contrario. La maquinaria, dotada del poder ,maravilloso de acortar y fructificar el trabajo humano, mantiene en la inanición y el agotamiento al trabajador. Las fuentes nuevas de riqueza se convierten en fuentes de escasez, como si operara un encantamiento extraño. Las victorias del arte parecen comprarse con la pérdida del carácter… Este antagonismo entre la industria y la ciencia modernas por una parte, la miseria y la disolución modernas por la otra; este antagonismo entre las potencias productivas y las relaciones sociales de nuestra época, es un hecho palpable, abrumador e incontrovertible.» Esta sádica dualidad creo que sigue siendo el único punto de vista valido para analizar nuestra cultura. Y aún así estoy muy lejos de una visión escéptica, aunque entiendo que parezca una utopía pensar hoy un desarrollo positivo para el bien de la humanidad de la mano de los avances tecnológicos y científicos, en vistas del desarrollo aberrante que adquieren bajo dominio de la burguesía y el imperialismo. En este sentido otra vez Marx señala una perspectiva que comparto, él continúa su discurso diciendo: «Unos partidos pueden lamentar este hecho; otros pueden querer deshacerse de los progresos modernos de la técnica con tal de verse libres de los conflictos actuales; otros más pueden imaginar que este notable progreso industrial debe complementarse con una regresión política igualmente notable. Por lo que a nosotros se refiere, no nos engañamos respecto a la naturaleza de ese espíritu maligno que se manifiesta constantemente en todas las contradicciones que acabamos de señalar. Sabemos que para hacer trabajar bien a las nuevas fuerzas de la sociedad se necesita únicamente que éstas pasen a manos de hombres nuevos, y que tales hombres nuevos son los obreros.»

(3) En cuanto a la relación entre tecnología y cultura, fue Raymond Williams, desde una perspectiva inicial de base “marxista académica”, quien hizo un estudio sobre la televisión en 1973 que se convirtió en un punto de referencia hasta nuestros días y sirve mucho para pensar internet. En el libro “Televisión, tecnología y forma cultural”, estudia la TV como una unidad de esos dos factores, como “tecnología” y como “forma cultural”. Ambos factores se condicionan mutuamente, pero donde el primero (la tecnología) mantiene un potencial intrínseco dado por todas sus posibilidades latentes en tanto descubrimiento científico puesto al servicio de la sociedad, y donde el segundo (la forma cultural) es la cristalización de las instituciones creadas para su uso, socialmente determinadas, y que por lo tanto restringen el abanico de opciones históricas latentes, encauzando su desarrollo en un sentido que es, inevitablemente, el resultado de fuerzas sociales en conflicto. La “forma cultural” entonces sería el resultado de un choque de distintas “intensiones” de uso, sociales, políticas y económicas, en gran medida impredecibles, puesto que es parte de un proceso social muchas veces convulsivo. Llegando al punto de que ciertas intensiones al chocar con otras pueden provocar hasta cierto punto efectos incontrolados, no buscados por los actores en pugna. Todo lo cual no puede pasar por alto que son las leyes del capitalismo las que operan como la principal determinación social de una nueva innovación.

(4) Es interesante pensar en algunos planteos «novísimos» sobre las «redes de contrapoder» desde un punto de vista leninista. Usando términos del SXXI podríamos reconocer la idea 2.0 que implicaba ISKRA a partir de una unidad y propositos políticos determinados. En el «Plan de un periódico político central para toda Rusia» del «Que Hacer» podríamos decir que Lenin plantea una «metáfora 2.0» para insistir en la necesidad de poner en pie una «red» que le permita construir un partido revolucionario, a partir de un periódico que no sea «sólo un propagandista colectivo y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo. » Entonces plantea que a esta herramienta «se le puede comparar con los andamios que se levantan alrededor de un edificio en construcción, que señalan sus contornos, facilitan las relaciones entre los distintos albañiles, les ayudan a distribuirse la tarea y a observar los resultados generales alcanzados por el trabajo organizado». Más de 100 años después es posible fantasear con lo que Lenin hubiera amado internet.

(5) Al respecto vale una cita ilustrativa del problema extraída del libro «Redes de indignación y esperanza» de Manuel Castells «La gran desconexión de Egipto fue una situación completamente distinta de la manipulación limitada de Internet que tuvo lugar en Túnez, donde sólo se bloquearon algunas rutas específicas, o en Irán, donde Internet se mantuvo de forma limitada para que la conectividad fuera extremadamente lenta. La desconexión de Internet en Egipto fue relativamente fácil en comparación con lo que habría sido necesario hacer en países democráticos. En Egipto sólo había cuatro grandes PSI, cada uno de ellos con relativamente pocos routers que los conectaban al mundo exterior. Un apagón similar de Internet en Estados Unidos habría supuesto tratar con muchas compañías diferentes. Si bien en Egipto se puede desactivar legalmente a las compañías de telecomunicaciones por decreto, la legislación estadounidense limita el poder del gobierno federal para intervenir los canales de comunicación. No obstante, conviene recordar que algunos miembros del Congreso estadounidense han propuesto preparar planes para un «conmutador de desconexión total» que apagaría Internet con sólo pulsar un botón en caso de una «emergencia de ciberseguridad».»

(6) ¿Es la saturación de información, desinformación completa? es uno de los problemas que Ignacio Ramonet aborda desde el ángulo del «periodismo ciudadano» en su libro «La explosión del periodismo. Internet pone en jaque a los medios tradicionales». En este viene a la mente citar nuevamente a Umberto Eco cuando abordaba el tema en 1963. «el hombre de la era «visual» recibe una mole vertiginosa de informaciones sobre todo cuanto está ocurriendo en el espacio, en detrimento de las informaciones sobre los acontecimientos temporales (y dado que la noticia visual envejece, la comunicación periodística está fundada en la novedad, el hecho de ayer no es ya noticia, y se da el caso de que el ciudadano de la ciudad actual sabe todo cuanto acontece hoy en Nueva York, pero no recuerda nada, ni siquiera las fechas, del conflicto coreano). Esta pérdida del sentido histórico es sin duda grave, pero lo que Cohen-Séat deja quizás en la sombra es que la información sobre todo cuando «está ocurriendo» es siempre una garantía de libertad. Saber, como el esclavo egipcio acababa finalmente por saber, aunque quizá diez años más tarde, que algo ha ocurrido, no me ayuda a modificarlo; en cambio saber que algo esfá ocurriendo me hace sentirme corresponsable del acontecimiento. Un siervo de la gleba medieval nada podía hacer para aprobar o desaprobar la primera cruzada, de la cual tenía conocimiento años después; el ciudadano de la metrópoli contemporánea, el día mismo de la crisis cubana, pudo tomar partido por uno u otro de los contendientes y contribuir a determinar el curso de los acontecimientos…» // Mientras sobre la hegemonía de la imagen planteaba «el lenguaje de la imagen ha sido siempre el instrumento de sociedades paternalistas que negaban a sus dirigidos el privilegio de un cuerpo a cuerpo lúcido con el significado comunicado, libre de la presencia de un «icono» concreto, cómodo y persuasivo. Y tras toda dirección del lenguaje por imágenes, ha existido siempre una élite de estrategas de la cultura educados en el símbolo escrito y la noción abstracta. La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica, no una invitación a la hipnosis.»

Un virtual campo de batalla

SOPA, PIPA, Megaupload y la pelea por la regulación de internet.

En las últimas semanas dos leyes de EEUU desataron un debate global sobre sus alcances y objetivos, las leyes SOPA (sigla en ingles de “Ley de Detención de Piratería Online”) y PIPA (Ley de Protección de IPs.) que tienen el objetivo de regular el uso de internet a partir de la “defensa de la propiedad intelectual” contra “la piratería”. Entre otras cosas su aplicación permitiría bloquear desde EEUU el acceso a dominios enteros en cualquier parte del mundo, sin poder de apelación. Su tratamiento por el parlamento y senado norteamericano finalmente “quedó en suspenso” en medio de la oposición popular y el debate desatado entre grandes corporaciones (las discográficas y cinematográficas apoyaban, mientras empresas como facebook, google, twitter o pay pal se oponían o proponían “reformas”). Pero al mismo tiempo que se posponían estas leyes el FBI dió un golpe argumentando las mismas razones (defensa de la propiedad intelectual) con el cierre de la muy rentable “megaupload” (propietaria del sitio de carga y descarga directa de archivos más popular del mundo). Esta “retirada a los tiros” generó un efecto dominó inmediato, y muchas empresas cancelaron sistemas de suscripción y eliminaron archivos de forma masiva. Esta resolución llevó a muchos analistas a hacer una pregunta ¿Si EEUU puede hacer lo que hizo con megaupload, para que hacen falta votar la SOPA y la PIPA? la respuesta es simple: en realidad no se está discutiendo solamente el problema (verdadero) de la “propiedad intelectual” y la rentabilidad empresarial, sino la necesidad de los gobiernos imperialistas de regular, controlar y censurar la red, movimientos preparatorios para un futuro cercano donde el imperialismo no ve precisamente una “ampliación de la democracia mundial”.

La “ley SINDE” en el Estado Español, ley “HADOPI” en Francia, la “Digital Economy Act” en Inglaterra, “IPRED” en Suecia, leyes similares en Irlanda, son la previa de “SOPA y PIPA”, incluyendo un tratado internacional en curso conocido como “ACTA”. Todas se basan en la defensa de la propiedad intelectual, pero plantean un ataque a las libertades individuales, de expresión y de asociación colectiva, que nada tienen para envidiarle al conocido libro “1984” de George Orwell. Todas prevén la desconexión de usuarios que compartan y descarguen material con copyright, la desconexión de sitios y penas de cárcel a los usuarios, y en todas se propone incrementar el monitoreo por parte de las compañías de internet del uso, los gustos y las tendencias de los cibernautas e incluso la denuncia obligada de “actitudes ilegales”. En muchos de estos países las leyes ya están vigentes, pero no pueden aplicarse en toda su magnitud porque no se trata de una relación de fuerzas ya establecida, sino de instrumentos legales que les permitan a los Estados actuar para intentar cambiar lo que podríamos llamar “un cambio cultural de masas” que (con todos sus límites) “tomó internet” tendiendo a desarrollar sus potenciales mas progresivos, tanto a nivel social como incluso en la lucha de clases.

Desde el punto de vista social dos tendencias se contradicen, por un lado “millones de piratas” de todas las edades consideran un derecho adquirido “compartir”, “subir”, “descargar”, y “socializar” contenidos, creyendo honestamente en sus fines democráticos, de cooperación, intentando superar barreras culturales. Enfrentado a esto las grandes empresas (como las Discográficas y del Cine) se muestran frenando esta tendencia tan solo por defender sus ganancias, incluso las empresas que explotan las redes sociales como facebook o twitter (y que apelan a estos “valores”) en realidad están tomando todo tipo de medidas para restringirlos o “dirigirlos” para fines comerciales. Un medio que potencialmente puede interrelacionar, busca ser llevado hacia la unidireccionalidad y la regulación. Como con ningún otro medio de comunicación nuevo antes de internet, aquí el capitalismo se demuestra reacción en toda la línea.

Desde el punto de vista de la lucha de clases (aunque las leyes son anteriores) la “primavera árabe” que comenzó en Tunez, con su centro de revolución en Egipto; el surgimiento de “los indignados” y el movimiento “ocuppi” en EEUU mostraron el uso de las redes sociales e internet para la movilización, en las primeras respuestas de masas a la crisis capitalista internacional y en medio de la decadencia del imperialismo norteamericano. Tienen razón los gobiernos en alarmarse e impulsar leyes como SOPA y PIPA para fortalecer la censura y el control, ya que en estos movimientos hay tendencias al desarrollo de ideologías potencialmente anticapitalistas (y porque no un terreno para el resurgir del marxismo) que toman la web como medio de expresión.

Algunas cosas pueden afirmarse. Estas acciones de regulación, restricción y censura socaban más la credibilidad de EEUU a los ojos del mundo (y de su propia juventud) y puede promover que surjan vías alternativas para el intercambio. Por otro lado son un golpe a las ideologías apologéticas de internet como una “nube” descentralizada y democrática. También hay que estar seguros que Egipto es una muestra de lo que los Estados decidirán hacer si se ven atacados, recordemos “el apagón” de internet en medio de la revolución ante la amenaza del pueblo. Asistimos a los comienzos, internet es un virtual campo de batalla, pero como decía Marx, entre “dos derechos” lo que termina decidiendo siempre es “la fuerza”.

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Las revoluciones reales, Twitter, Facebook y un mensaje para todos los muros

La rebelión en Túnez está en curso, la caída de Ben Alí repercute en todo el Norte de África y le mete miedo a la misma burguesía de Francia, de la cual son “patio trasero” (como nosotros de EEUU). Pegadas a las noticias de la revolución que difunden todos los medios, vuelven nuevamente las alusiones al “rol de Internet”, en especial “las redes sociales” como Facebook y Twitter, también youtube, en la “preparación” “el desarrollo” del levantamiento.

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La mayoría de los artículos sobre la caída de Ben Alí hacen mención a esto, pero sobre todo en Europa la idea despertó el entusiasmo y el debate en diversos blogs y sitios, y el tema es recurrente en el nuevo activismo en todo el mundo… algunos títulos respecto de Túnez son ilustrativos: “La revolución estalló en los ordenadores”, “El poder de las redes sociales en una revolución”, “Podría ser Túnez la revolución Twitter?”“Túnez, La Primera Revolución Wikileaks”, “revolución en las redes sociales” y así siguen (estan elegidos al azar entre muchos). Aún así uno de los artículos mas interesantes tiene un muy buen titulo que apunta en otro sentido: “Not Twitter, Not WikiLeaks: A Human Revolution” (“Ni Twitter, ni WikiLeaks: una Revolución Humana”), que contiene varios links del debate mas interesante (en inglés, pero pueden usar el traductor de google que safa).

Las ultimas noticias (17-01) anuncian la formación de un “gobierno de coalición” entre una mayoría de los partidarios de Ben Ali y los partidos de la oposición (que estuvieron a la rastra de los acontecimientos). En los últimos dos días bandas armadas, escuadrones de la muerte recorrieron las calles sembrando terror y asesinando manifestantes, según informan varios medios de prensa. Se indica también que en los barrios la población legítimamente empezó a organizarse en “comités de defensa populares” para controlar el paso de vehículos y establecer algún tipo de autodefensa territorial. Las noticias dicen que “las bandas” serian partidarios de Ben Alí, su “guardia” que “quiere provocar el caos”, una pelea interna en “el poder” tunecino enclenque… lo que si está claro es que esa continuidad de la represión le sirve al conjunto del régimen tunecino que quedó colgado del aire, y tiene que disciplinar. En las calles está la juventud, los trabajadores, el pueblo de Túnez enfurecido y victorioso, contagiando Argelia?, Egipto?, Francia…? Mientras todos los mecanismos de desvíos y engaños comienzan a ponerse en marcha.

Con esos desafíos por delante abocarse a la discusión sobre Internet y “las redes sociales” en Túnez puede parecer secundario; de solo pensar lo que están enfrentando se cae de maduro que deberían estar armados con mucho mas que telefonía celular y redes para estar online. Pero al mismo tiempo creo que es un buen punto para intervenir con algunas reflexiones en una discusión que será recurrente y habra que seguir. “Las redes” vinieron para quedarse y son un mecanismo incomparable a los medios de comunicación con que se contaba en los 70s, a la salida de la segunda guerra mundial, en 1917 y ni hablar de 1871; pero el problema es poner las cosas en su justa medida, incluso para “honrarlas”.

Para quien no estuvo directamente interiorizado en el tema, los hechos de la “batalla comunicacional” que se libró y se traen a colación para destacar el rol de Internet son más o menos los siguientes (sacado de diversos sitios, pero aquí hay un resumen base):

  • En las famosas revelaciones de Wikileaks, se filtraron detalles de la vida fastuosa y extravagante del Presidente tunecino Ben Alì y su familia, y el alto nivel de corrupción en el país. El sitio Wikileaks fue censurado por el gobierno. Un dato: su yerno, Sajer el Materi, tenía un tigre en una jaula que come cuatro pollos al día, más de lo que muchas familias pueden permitirse en un mes…
  • Luego de esto la red de ‘ciberactivistas’ Anonymous lanzó un “ataque” en diciembre, #OpTunisia, contra sitios del gobierno de Túnez hasta dejarlos fuera de funcionamiento. El gobierno alegó que en muchos casos ellos mismos los habían bajado para frenar el ataque (¿?)… Un dato: hoy 17/01 salio la noticia de que un grupo de hackers hizo “renunciar” al canciller de Túnez. En realidad subieron una falsa renuncia a la web del ministro de Relaciones Exteriores y el gobierno tuvo que salir a desmentirla.
  • Cuando la revuelta comenzó, el gobierno tunecino comenzó a bloquear páginas de activistas y con el avance de las protestas profundizó la censura. Se denunció por parte del Comité de protección de los periodistas, que habían detectado la inyección de un script cuando se accedía a paginas populares para conocer los nombres de usuarios y contraseñas de bloggers, periodistas, políticos activistas, etc. Todos estos datos robados fueron utilizados para eliminar grupos en Facebook, imágenes y comentarios contrarios al régimen. La cosa no paro ahí, el siguiente paso fue detener y encarcelar a bloggers y activistas. Un dato: en Túnez, Facebook tiene un papel preponderante, con cerca de 3 millones y medios de internautas, 1,4 millones tiene cuenta en Facebook.
  • Por ultimo y quizás principal: los bloggers de los países árabes, los periodistas y activistas relataron y apoyaron en todo momento la revuelta, dando información e intentando organizarla desde Twitter y Facebook. Un dato: ese es un hecho contundente.
  • En lo que respecta a los medios masivos de comunicación internacionales estos cumplieron el rol esperado, ocultaron la situación en Túnez antes y durante, fueron cómplices del apoyo imperialista al régimen y se hicieron eco de “las noticias” cuando la revolución ya estaba twiteada. Ahora en Tunez había “dictadura”. Fueron mas rápidos para levantar el “periodismo ciudadano” en Iran, cuando las agencias de noticias tenían el interés político de hacerse eco de las revueltas.

Los hechos antes enumerados son citados para pensar el potencial y el rol real que Internet tuvo en el levantamiento, pero hasta ahí llega la cosa ya que hubo “mensajes” más contundentes que alimentaron la caldera popular y demuestran que “la red” es sólo un vehículo sobre el cual se expanden las experiencias concretas en la lucha de clases, las valentías personales y hasta las acciones políticas desesperadas.

Ninguna denuncia Wikileaks hacía falta para que los tunecinos llamaran despectivamente “la familia” al clan de Ben Alí, a quienes venían “documentando” desde hace 23 años. Si “los cables” trajeron nuevas noticias no eran más duras que las que sufrían en carne propia. “Según un estudio oficial realizado por el ministerio del empleo tunecino en colaboración con el Banco Mundial, si la tasa de desempleo global era de 14% en 2008, la de los jóvenes de 18 a 29 años era casi 3 veces superior a la de los adultos” (Le Monde, 7/1/11). En ese sentido no hay que sorprenderse de que el desempleo entre los jóvenes sea “la chispa que ha provocado esta revuelta” (citado aquì).

Mohamed Bouazizi, el joven de 26 años, informático, a quien la policía ni siquiera dejaba vender verduras en la calle para sobrevivir y que se inmolo frente al municipio de la ciudad de Sidi Bouzid, dando inicio a la revuelta escribió en el muro de su página Facebook:

“Me voy, mamá, te pido perdón y sin ningún reproche, estoy perdido en un camino que no controlo, perdóname si te desobedecí, échale la culpa a estos tiempos, no a mí…”

Bouazizi llevó adelante una acción desesperada, terrible, su mensaje fue político, pero con un aplastante pesar marcando que ya “no hay futuro” ni “presente”. Su accionar hace recordar un lema impactante de las movilizaciones en Argelia del 2001 cuando los jóvenes bereberes se levantaron y una de las consignas más difundidas eran “no podéis matarnos porque ya estamos muertos”.

La furia desatada por la inmolación de Bouazizi, a quien el mismo verdugo Ben Ali fue a ver al hospital en un acto repugnante, desató las manifestaciones y el gobierno desató la muerte. Días después otro joven se suicidó lanzándose contra unos cables de alta tensión al tiempo que gritaba contra el paro y la carestía de la vida.

¿Cual es el mensaje que las redes e Internet en todo caso expandieron de manera cifrada?: “tenemos la voluntad de entregar todo, hasta la vida”, “no le tememos a la muerte”, por eso Ben Ali tuvo que huir y ninguna de sus maniobras pudo salvarlo, ni tampoco la represión que se cobro al menos 77 asesinados. Esa voluntad en la juventud marca con todas sus contradicciones un giro revolucionario.

En una situación así, cuando el proceso es tan profundo, el movimiento se apropia de los medios de comunicación que tenga a la mano y si no existe los crea, nunca es al revés. En Oaxaca, Mexico, en el ámbito de una ciudad la clave fueron las radios tomadas y hasta la toma y puesta en funcionamiento bajo control de los manifestantes del canal de TV. Facebook, Twitter y youtube fueron apropiados por los tunecinos para los fines inmediatos de la lucha. El sitio http://www.nawaat.org/ se convirtiò en un puntal de información porque su estructura esta armada a partir de la confluencia de distintas redes sociales. Y se demostró que el monopolio informativo y comunicacional en manos del poder más férreo puede resultar inútil ante la lucha de clases. El gobierno fracasó ante la censura, por el simple hecho de que no puede controlar la irrupción violenta de millones en el gobierno de sus propios destinos.

Un último planteo al final, quizás el que me parece mas importante, el problema no son los medios (de interconexión y comunicación) en la lucha de clases sino los objetivos, y esos objetivos determinan también medios de lucha para nada virtuales. Una rebelión puede ser revolución si en el proceso de lucha la juventud, los trabajadores, las masas construyen sus propios organismos democráticos de tomas de decisiones y se arman para repeler las agresiones del poder burgués, propinándoles alguna derrota a las fuerzas represivas. Entonces todas las nuevas herramientas comunicacionales y de ciber militancia pueden trabajar para ese nuevo poder que nace. Eso no está pasando en Túnez, pero creo que es el mensaje a twittear y escribir en todos “los muros”.

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Documental social y nuevas tecnologias

A lo largo de la historia del cine documental, los cambios tecnológicos produjeron transformaciones importantes tanto en la realización, como en la distribución y en la recepción del público. Especialmente el documental social y político, y aquel particularmente ligado a las luchas populares, necesitaron apropiarse de las innovaciones tecnológicas que permitieron ampliar su producción y difusión.

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En los años `50, la aparición de cámaras livianas con un sonido sincrónico portátil, brindaron la posibilidad de profundizar el registro directo. Con el nombre de cinema verité o cine directo, se buscó seguir la acción allí en donde se sucedía. La cámara se convirtió en observador activo y aportó a una investigación y búsqueda libre para la construcción del relato documental. Esta tecnología liviana despertó nuevas búsquedas formales tanto en el cine de ficción como en el cine documental, y fue también la que permitió una enorme producción de documental social y político a nivel mundial, en las décadas del `60 y `70.

Las décadas que siguen encuentran nuevos cambios tecnológicos, con la masificación de la televisión y luego la aparición de las cámaras de video más accesibles. La producción de documental en video multiplicó la cantidad de realizadores, se sumaron nuevas temáticas, y a su vez, comenzó un nuevo camino de distribución por medio de las videocaseteras, que permitieron tanto la organización de proyecciones independientes con pocos recursos, como también la difusión para proyecciones hogareñas.

A comienzos del 2000 las nuevas cámaras digitales de video y fotografía, junto a  la posibilidad de armar islas de edición digital, ampliaron la producción documental. Un ejemplo en nuestro país, fue el surgimiento de nuevos grupos y documentalistas, que al calor de las movilizaciones que se sucedieron a partir de diciembre del 2001, se propusieron plasmar en imágenes esa nueva realidad.

Pasada menos de una década, actualmente, se está desarrollando una importante “explosión” tecnológica para el registro directo en video digital, desde nuevos modelos de cámaras, celulares que pueden registrar imagen y sonido con una calidad antes impensada, cámaras de fotografía digital que filman en alta definición, y nuevas posibilidades de edición en computadoras de uso corriente. Este rápido desarrollo promueve el trabajo de más documentalistas, y a su vez, impulsa a un registro directo masivo de uso particular como no había pasado con los anteriores cambios tecnológicos. Nuevos actores sociales se disponen a contar sus vidas y sus historias, aun de manera fragmentada y breve, aprendiendo y transformando el lenguaje audiovisual.

Sumado a esto, la última renovación en el campo de los recursos y la difusión audiovisual es el uso del video por Internet. Esta modalidad ya alcanza a millones de usuarios a nivel mundial en constante expansión. Canales gratuitos de alojamiento de videos como youtube, dailymotion, megavideo, entre otros, junto a la posibilidad de transmisión en vivo (livestream, ustream, etc.) están transformando los “usos y costumbres” de la producción y difusión audiovisual digital. Como en otros momentos, el conjunto del cine asumirá los cambios tecnológicos, recreando el lenguaje audiovisual, generando grandes cambios culturales, en las costumbres de hacer y ver films. Pensemos en esto: “Cuando se inventaron las películas a fines del siglo XIX, la mayoría de los films duraban menos de un minuto, debido a las limitaciones de la tecnología. Poco más de cien años después, cuando se introdujeron los videos de la red, también se hacían cortos, pero por motivos sociales tanto como técnicos.” Una afirmación interesante de un artículo de The New York Times, que luego desarrolla cómo se rompe la barrera de “ver videos cortos en la web” y cada vez se ven más largos, hasta films enteros; al mismo tiempo que las descargas de video y música decaen para ser remplazadas por la transmisión de video y música online (streaming).

Esta renovación tecnológica está influyendo en toda la producción cinematográfica, y en forma particular en la producción de cine documental social y político. La búsqueda de material de archivo “bajado” de la web es cada vez más común. Ejemplos como el film “Iraqui Short Films”, un documental sobre la guerra de Irak realizado íntegramente con material bajado de Internet, premiado y reconocido a nivel mundial, muestran la extensión del uso de este recurso. En este caso, se utilizaron registros propios de soldados en Irak tomados con celulares o pequeñas cámaras, este “registro directo particular”, difundido por Internet, fue la base del “archivo” para este documental.

En otro aspecto, la difusión por medio de páginas web, blogs, o páginas de descarga directa viene ampliando la posibilidad de difusión de material documental. Un ejemplo propio fue la difusión del documental “Ellos se atrevieron, la Revolución Rusa de 1917”, que contó en funciones de estreno más de 3000 espectadores y una venta de 2000 dvd´s, pero la mayor cantidad de público son las 40.000 vistas vía youtube, las descargas directas y links en blogs y páginas, con espectadores de todo el mundo (en una distribución motorizada por los espectadores).

La posibilidad de “interactividad”, de saber la repercusión que tienen las imágenes documentales, de construir un ida y vuelta con los protagonistas, la relativamente libre difusión de la producción audiovisual en un medio poco legislado aún, ofrece muchas posibilidades a explorar por el conjunto de los realizadores audiovisuales y especialmente para los documentales “de intervención”, para las realizaciones que apuestan a contribuir con la transformación social.

En los últimos tiempos, la crisis del capitalismo mundial comienza a repercutir de diferentes maneras. El golpe de estado en Honduras y la emergencia de la resistencia popular, importantes ejemplos de lucha como la de los trabajadores de la multinacional Kraft en Argentina contra los despidos y en defensa de su organización sindical, nuevos métodos de lucha como las tomas de fábrica en Francia o revueltas juveniles como en Grecia, todos estos nuevos emergentes sociales se apropian de las nuevas tecnologías de registro audiovisual, y utilizan Internet para su difusión; a su vez los documentalistas registramos estos sucesos con nuevas herramientas y nuevas formas.

Sumado a las proyecciones en salas, y en espacios alternativos, a las ediciones independientes de dvd´s, y a la búsqueda de acceso a los medios masivos; la utilización de Internet como medio de difusión audiovisual aporta a reforzar el rol y el sentido de un tipo de documental que se propone intervenir en la realidad social.

Hace más de treinta años los integrantes del colectivo Cine de la Base explotaban al máximo la tecnología que tenían a su alcance con el fin de llegar cada vez más a difundir sus ideas entre los trabajadores. Filmaban y montaban celuloide con carácter “urgente” y bajo condiciones de clandestinidad, ponían un pesado proyector en el auto y salían a los barrios para proyectar rápidamente sus imágenes. Con la aparición del video, Nerio Barberis, uno de sus miembros reflexionaba: “En un momento estábamos trabajando en un noticiero sindical. Decí que no existía la tecnología del video en ese momento, porque lo que hubiéramos podido hacer con el video…“.  Imaginemos entonces lo que podemos hacer con la tecnología a nuestro alcance, los que reivindicamos la historia del Cine de la Base y todos los documentalistas comprometidos con las luchas populares no podemos dejar de renovar permanentemente nuestros medios.

Si bien esta renovación tecnológica amplía las posibilidades de los realizadores independientes, la difusión masiva de la imagen audiovisual está en manos de grandes monopolios capitalistas que inundan día a día todas las pantallas (cine, TV, Internet, etc.) en función de defender los intereses de su clase. Mientras no descansamos en producir y difundir nuestras imágenes, no podemos dejar de apuntar al principal objetivo: lograr la verdadera democratización de la producción y difusión de la imagen audiovisual. Como hace tres años demostró la lucha del pueblo de Oaxaca, en México, con la toma de las radios y el canal de televisión, es necesario continuar ese camino hasta expropiar a estos monopolios de la comunicación y ponerlos a funcionar bajo el control de los realizadores, los trabajadores audiovisuales y el público trabajador y popular. 

Una nueva experiencia: www.tvpts.tv 

A partir del 24 de marzo de 2009 comenzó a transmitir tvpts.tv, un canal de TV por internet impulsado por el PTS (Partido de Trabajadores Socialistas) y miembros del grupo Contraimagen; que reúne documentalistas, realizadores y periodistas para producir diferentes programas y contenidos. La idea surge a finales del 2008, en los comienzos de una crisis económica mundial que anuncia tiempos convulsivos por venir. Con este panorama, el objetivo es utilizar lo ultimo de la tecnología para difundir ideas revolucionarias, mostrando lo que los grandes medios ocultan y transmitiendo una posición desde la izquierda.

Desde el mes de marzo se están produciendo contenidos para ocho programas, coberturas diarias e informes especiales. La producción abarca programas de actualidad, debates en vivo, programas especiales sobre la mujer, históricos, sobre cine documental, política internacional, y un amplio seguimiento de las luchas de los trabajadores. Al calor de los hechos más destacados de la realidad se impulsaron dos Blogs temáticos especiales concentrados en la producción y difusión audiovisual, estos fueron: “En Honduras no pasaran” y “Dígale no a Kraft-Terrabusi”, que atrajeron la atención de los protagonistas que se sumaron a participar en ellos enviando videos, imágenes y miles de mensajes.

Para quienes impulsamos esta iniciativa el trabajo consiste en un continuo aprendizaje y experimentación en un terreno donde no existen experiencias previas, pues el cambio tecnológico y cultural se está operando. En las diferentes producciones encontramos la diversidad que expresan los realizadores: mirada documental con registro directo, animaciones, informes especiales apoyados en el montaje, historias de personajes, informes periodísticos, programas televisivos.

Las nuevas tecnologías traen consigo nuevos códigos y es necesario incorporarlos y hasta inventarlos, y a su vez presentan a cada paso nuevos problemas a resolver. La “interacción” permite también una relación con el público, con el chat online, comentarios sobre los videos y la posibilidad de reenviarlos, se construye también un medio colectivo, en donde está permitido “apropiarse” de la producción si el objetivo es difundirla y ampliarla.

Los integrantes del grupo Contraimagen venimos realizando trabajos documentales desde 1997, a través de distintos formatos y estilos intentamos aportar a la crítica revolucionaria de este sistema. Mientras seguimos produciendo películas que puedan recorrer salas, muestras y circuitos alternativos, sumamos también esta nueva pantalla para multiplicar por miles los ojos que puedan abrirse a la realidad. Trabajar con nuevos medios, aportar a las luchas, difundir las ideas revolucionarias, es también una forma de fortalecer la pelea para que los medios de producción y difusión audiovisual estén en manos de los trabajadores.

Los tiempos cambian, los formatos se transforman, pero una vez más es la lucha de clases la que despertará la imaginación y convocará a más y más documentalistas a apropiarse de nuevas tecnologías para aportar con creatividad no sólo a mostrar las infinitas historias que merecen ser contadas, sino también a buscar transformar el mundo.

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